La extrema izquierda en Europa occidental
Edurne Uriarte y Ángel Rivero
30 de abril de 2024

Ed. Tecnos, 336 pp. (2024)
Edurne Uriarte y Ángel Rivero (coordinadores)

El crecimiento de la nueva política y de los populismos parece haber centrado el foco de atención en el auge de la extrema derecha. A consecuencia de ello el estudio de la extrema izquierda ha quedado descuidado y es muy poca la bibliografía que hay al respecto. Para subsanar este déficit historiográfico Edurne Uriarte y Ángel Rivero han coordinado un libro colectivo que, de una manera eficaz, arroja claridad y perspectiva sobre la naturaleza, historia y actualidad de la extrema izquierda en Europa occidental, y también en América Latina.

Antes de entrar en el fondo, es necesario decir que este libro posee la virtud de ser coherente, claro y con una unidad sin fisuras. Y es necesario decirlo porque no es algo fácil de conseguir cuando se trata de un libro colectivo, con pluralidad de autores, enfoques y temas. Muy a pesar de la dificultad objetiva, el resultado es un conjunto unitario, preciso y ameno.

Este trabajo resulta muy útil en, al menos, dos aspectos. El primero, porque da una visión de conjunto sobre una realidad poco conocida como es la extrema izquierda. Y el segundo, que no el último, porque nos ofrece un diagnóstico sobre el estado de salud de la izquierda.

Al ver a vista de pájaro a la extrema izquierda se puede apreciar que su corpus ideológico se enfrenta a un escollo difícilmente salvable. Todas las izquierdas nacieron alrededor de los años 20 del siglo pasado al amparo de la revolución bolchevique. Como es natural, la caída del Muro de Berlín hizo que todas ellas atravesasen una crisis profunda entre 1989 y 1992 de la que todavía no han salido. La renuncia al comunismo les haría parecerse demasiado a sus vecinos ideológicos, los socialdemócratas, pero no condenarlo les coloca una mochila con la que es muy difícil remontar electoralmente.

En mitad de esa difícil travesía, la extrema izquierda intenta definirse y conectar en torno a unos ejes que combinan la vieja política con la nueva política de izquierdas.
En primer lugar, en lo que ha sido su principal idea renovadora, han intentado aprovechar la crisis financiera de 2008 para refundir su confianza en el intervencionismo estatalista y criticar con dureza las políticas de austeridad.

En segundo lugar, se han subido al tren de la defensa medioambiental, lo cual tiene más sentido de lo que parece. Mientras que otro tipo de políticas sociales no requieren necesariamente la concurrencia de todas las fuerzas del Estado, el medioambientalismo sí que exige una acción centralizada y coordinada que podría dar alas a posturas con cierto sesgo iliberal.

En tercer lugar, la extrema izquierda abandera una lucha por los llamados “derechos” en pugna con el feminismo clásico. Este eje argumental, al contrario que los dos anteriores, debilita su posición porque no es una cuestión pacífica dentro de la izquierda y por ello genera unas luchas internas que fracturan la posibilidad de un grupo compacto.

En cuarto lugar, su posición ante la inmigración es mucho más tolerante que la de la extrema derecha nacionalista, y en este punto podría encontrar un elemento de diferenciación coherente frente a otras posturas extremistas.

En quinto lugar, mantiene una posición pacifista un tanto ambigua que compromete su posición en el arco ideológico general. Mientras que no parece sumarse con contundencia al apoyo europeo a Ucrania para defenderse de la guerra de agresión rusa, no obstante sí que condena sin paliativos a Israel, posiblemente impulsada por un antisemitismo secular.

Y por último, como herencia del comunismo clásico, condena sin reparos la democracia parlamentaria porque entiende que es una forma burguesa de consolidar las oligarquías y el dominio de los explotadores de clase. Esto conecta con los populismos de nuevo cuño que crecieron bajo un sentimiento unitario contra las élites, a las que culpaban de la crisis financiera y social.

Tener una perspectiva así de clara de esqueleto ideológico de la extrema izquierda es muy útil y es muy de agradecer el esfuerzo que han hecho los autores para que haya sido posible.
Pero este libro ofrece además la posibilidad de un diagnóstico sobre la salud del cuerpo estudiado. La sensación que da es que la extrema izquierda, en cada uno de los países estudiados, salvo en España, corre pendiente abajo hacia una caída que parece no tener fin. A no ser que cambien mucho las cosas, y que la extrema derecha les confiera fuerzas renovadas, no parece plausible que la extrema izquierda pueda superar electoralmente a los partidos socialistas europeos. Como resume Ángel Rivero, “la extrema izquierda ha intentado evitar la decadencia, electoral e ideológica, a través de la transformación posmaterialista, pero sus vínculos con el totalitarismo del pasado y del presente son un fardo demasiado pesado como para permitir su despegue”.

No podemos concluir la reseña sin felicitar a Edurne Uriarte y Ángel Rivero por su labor de coordinación de un trabajo que llega a las manos del lector como una obra unitaria, útil, reflexiva y de muy amena lectura. Su mérito también reside en haber contado con los mejores expertos. Por todo ello es una obra que recomendamos sin dudarlo.

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