Presentación Fundación Civismo ITSGF
Resulta perverso ensañarse con las grandes (y no tan grandes) fortunas para arañar unos pocos votos.
Una de las reglas que cumplen concienzudamente los políticos populistas es formular pro puestas que agravien a muy pocos ciudadanos, a la par que entusiasmen a la gran mayoría. Respetar esta norma puede resultar clave para ganar unas elecciones disputadas, porque todos los votos tienen el mismo valor. De ahí que el Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas (ITSGF) encaje tan bien en la estrategia política de quienes hoy nos gobiernan. Resulta innegable que el conjunto de propietarios de grandes fortunas supone un número muy pequeño de votos frente a las personas que pertenecen a la clase media-baja. Sin duda, con este nuevo tributo se perderán los votos de los perjudicados por el nuevo impuesto, pero se podrán asegurar los de quienes prefieren que se recaude más, aunque sea a costa de expropiar impunemente a los grandes patrimonios.
En esta línea de captar los votos de las mayorías sociales a cualquier precio, la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ha querido rentabilizar el resentimiento de quienes poseen menos, hacia quienes tienen más. De ahí que esta política hiciera la siguiente afirmación en un acto de su partido: “Es indecente que el señor Juan Roig
(Mercadona) se esté llenando los bolsillos siendo un capitalista despiadado”. Belarra exige castigar el éxito de aquellos que con trabajo y esfuerzo triunfan, porque su éxito molesta a quienes por diversas razones no han sido capaces de alcanzarlo. El ITSGF participa de esta estratagema de señalar a los ricos, porque favorece recoger los votos de los descontentos, que son muchos más que los de quienes se han esforzado en rentabilizar su ingenio