Todo apunta a que España se encamina hacia el crecimiento económico. Pero el desafío está en conseguir que esa recuperación tenga la fuerza suficiente para lograr crear empleo.
Si la tormenta perfecta que vivía España hace un año ya ha amainado, el barco todavía no ha llegado a buen puerto. Hay muchas nubes que se han despejado, como la prima de riesgo,¡ que se ha relajado hasta los 272 puntos, y las exportaciones, que están creciendo el triple que la economía mundial, mientras que los datos de industria y servicios que muestran los datos de los gestores de compras arrojan varios meses consecutivos con un perfil ascendente.
El Indicador Sintético de Actividad del Ministerio de Economía fue el primero en avisar sobre la mejoría de la economía española. Este índice adelantado que utiliza el Gobierno para tratar de anticipar los cambios de tendencia en la coyuntura económica dio un vuelco en apenas dos trimestres, pasando del entorno del -1%, en tasa intertrimestral, a lo largo de 2012 a una caída de apenas un 0,1% en el segundo trimestre de 2013. Posteriormente el PIB acabó confirmando esta evolución al alza, con un tenue descenso del 0,1% en el segundo trimestre, y el secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, avanzó el pasado jueves que España saldría de la recesión en el tercer trimestre del año, con un crecimiento intertrimestral que podría alcanzar el 0,2%.
Desde la Fundación de Estadios de Economía Aplicada, Juan Rubio alerta de que “puede ser el final de la recesión, pero no el final de la crisis”.
Dudas
De hecho, quedan muchas dudas sobre que este trimestre ponga coto a la peor racha económica de la España reciente. El mayor lastre es el desempleo, a pesar de la evolución favorable en el segundo trimestre del año, cuando cayó en 9 décimas. Con todo, la tasa de paro sigue en el 26,3% de la población activa, la segunda cifra más elevada de la eurozona por detrás de Grecia. Y, aunque se hayan creado 150.000 puestos de trabajo entre abril y junio, este avance no tiene visos de mantenerse. El propio ministro de Economía, Luis de Guindos, prevé una tasa de paro del 27,1% a final de año, casi en máximos, y gran parte de los expertos advierten de que, aunque haya una recuperación, será una recuperación sin creación de puestos de trabajo.
El profesor del Instituto de Empresa Rafael Pampillón explica que “gran parte del crecimiento viene de las exportaciones, pero éstas se concentran en sectores de alto valor añadido, que apenas suman puestos de trabajo al mercado laboral”. De hecho, España ha logrado aproximarse al liderazgo mundial en áreas como el grafeno, el tratamiento de aguas o el comercio electrónico, muy punteros pero que apenas suman unos pocos miles de puestos de trabajo.
Este cambio de paradigma ya se ha presentado en otras economías ya en crecimiento. Es el caso de Estados Unidos, que crece en tasas interanuales en torno al 2%, pero sin apenas creación de puestos de trabajo. Muchos economistas hablan de una “recuperación sin empleo” (jobless recovery), por la escasa capacidad para recolocar a muchos trabajadores de la construcción, pero este efecto podría ser más grave en España. El Fondo Monetario Internacional prevé que no se produzca un crecimiento suficiente como para crear empleo, al menos, hasta 2016.
El segundo gran lastre es la deuda acumulada en estos años. El Banco de España apunta que el volumen total podría alcanzar el 100% del PIB para 2016, un montante que, según algunos economistas, pone en peligro un crecimiento sostenible. Por una parte, porque el Estado acapara toda la financiación (efecto crowding out), lo que limita las posibilidades de inversión privadas; por otra, porque el pago de los intereses supone un lastre para los Presupuestos y reduce las opciones de una eventual bajada de impuestos.
Más competitividad
Sin embargo, y a pesar de estos impedimentos, los economistas ven una recuperación cada vez más clara. Es el caso del estadounidense Nouriel Roubini, que avanza que “la competitividad va a aumentar”. “Los costes y la flexibilidad laboral presentan amplias mejoras”, insiste en su último informe sobre el país. Esta devaluación interna ha recibido elogios por parte de los principales referentes económicos en el exterior, que apuntan que es necesario que los salarios y los precios caigan a su punto de equilibrio para que se vuelvan a reactivar el
empleo y el consumo. El Gobierno habría conseguido gran parte de este ajuste con la Reforma Laboral, que apuntaló una rebaja de los costes salariales en un 0,8% en 2012, pero todavía habría margen para actuar en temas como los servicios profesionales y otros mercados fuertemente regulados.
En el último trimestre, algunos organismos de análisis han mejorado sus previsiones. Se amparan en datos como la rebaja del paro neta producida en el pasado trimestre, la primera desde que empezó la crisis, en la mejora de la balanza por cuenta corriente, que acaba de lograr cerrar el primer semestre de su historia estadística con superávit, o los datos de confianza, tanto de consumidores como de empresarios. El Gobierno habla de “cambio de tendencia”, “punto de inflexión” o haber “tocado fondo”. Pero todavía queda mucho recorrido para volver al punto de partida. La industria tiene que aumentar un 46,7% su actividad actual para recuperar los niveles de 2007 y todavía hay cuatro millones de puestos de trabajo menos que en el auge del mercado laboral.
Además, otros indicadores siguen en terreno negativo. Es el caso de la morosidad bancaria, que ya ha escalado hasta el 11,6%, lo que exige más provisiones a los bancos. Todo esto lastrará el volumen de inversión, que es clave para la creación de puestos de trabajo. Gran parte del sector productivo español, centrado en la construcción, no tiene capacidad para reactivar el mercado laboral por lo que las nuevas oportunidades tendrán que venir de otras áreas, pero para eso es vital volver a reactivar el flujo de crédito, algo para lo que de momento no hay un horizonte visible.
Francisco Cabrillo (Universidad Computense y Think Tank Civismo)
“Lo peor ha pasado, pero no habrá una salida rápida”
El catedrático de la Universidad Complutense cree que la economía española “probablemente ya ha tocado fondo, pero no se verá una salida rápida, en forma de V”. La razón es que “el Gobierno no ha realizado aún las reformas necesarias para entrar en una fase de crecimiento sólido”. Las normas aprobadas por el Ejecutivo, “se quedan cortas, si bien van en la buena dirección”. La reforma laboral es un ejemplo. Cabrillo apuesta porque facilitará la creación de empleo, “pero es claramente insuficiente” para dar un vuelco al mercado laboral. El economista aboga también por introducir competencia en el sistema de formación, entre otras medidas. Además reprocha la subida del IRPF y reclama la bajada de impuestos al trabajo para fomentar el consumo y la actividad.
Juan Rubio (Universidad de Duke e investigador de Fedea)
“Salimos de la recesión, no de la crisis”
El profesor de la Universidad de Duke e investigador de Fedea apunta que “hay que distinguir entre salir de la recesión y de la crisis”. “Estamos entrando en una fase de tranquilidad” en la que el PIB se aproxima a 0, “pero vamos a atravesar un periodo de estancamiento y eso no significa que vaya a haber crecimiento sostenible en el futuro”, indica. Es decir, insuficiente como para crear empleo. De hecho, también recalca que “las condiciones para crecer no se están dando”, entendiendo esta recuperación como un avance en los indicadores de actividad, empleo, venta de coches e industria, entre otros factores. El Índice Fedea, que recopila todos estos datos, todavía está en terreno negativo (-0,9), a 14 de agosto, aunque se ha recuperado desde su mínimo de diciembre de 2012.
Daniel Lacalle (Gestor de fondos en el ‘hedge fund’ Ecofin)
“Hay que evitar el riesgo de caer en la complacencia
“La acumulación de datos positivos es significativa –apunta Daniel Lacalle, gestor de fondos en un ‘hedge fund–, pero hay que evitar el riesgo de caer en la complacencia”. Lacalle se refiere a los resultados del paro, las exportaciones o la actividad de la industria y los servicios, a través de los datos de gestores de compras (PMI, por sus siglas en inglés). “Estos resultados empiezan a ser plausibles para la comunidad inversora, cautelosa con los eternos ‘estamos mejorando’, pero es necesario atender a otros indicadores para confirmar esta tímida recuperación”. El gestor de fondos se refiere a los datos de consumo, “que dejará el paro en niveles muy altos hasta que no se reactive”, la morosidad bancaria y la reforma de las Administraciones para reducir el déficit.
Rafael Pampillón (Instituto de Empresa y Universidad San Pablo CEU)
“No se crearán empleos en el corto plazo”
A pesar de la recuperación de la industria exportadora, “no se van a crear muchos empleos en el corto plazo”, apunta Rafael Pampillón, profesor en el Instituto de Empresa y la Universidad San Pablo CEU. Pampillón explica que gran parte de estas empresas “vende productos de alto valor añadido, por lo que utilizan una fuerza de trabajo relativamente pequeña”. Todo ello a pesar de que los buenos datos de exportaciones también se extienden al turismo. Para el economista, “la devaluación está dando sus frutos en el mercado laboral, llevando los salarios al punto de equilibrio”. Este sería el punto de partida para la creación de empleo, pero no suficiente, y propone otras formas de dar dinamismo al mercado laboral, como contener los costes energéticos o impulsar el crédito.
Gerard Padró (London School of Economics y premio Banco herrero)
“La falta de reformas debilita la recuperación”
El profesor de la London School of Economics y último premio Banco Herrero, Gerard Padró, explica que la recesión está terminando, pero para dar paso a un periodo de estancamiento, con un desempleo en niveles muy elevados. Padró achaca parte de este problema a que “la falta de reformas estructurales debilita la recuperación”. El profesor concede que “sí se han hecho algunas cosas positivas, como es el caso del rescate financiero, pero muchas otras se han quedado a medias, como la reforma laboral o las de los servicios profesionales, que se va desinflando”. Gerard Padró achaca gran partes de los males de la industria al sistema energético, “y la nueva reforma no lo soluciona: ni cierra el déficit de tarifa ni evita que las empresas paguen unos de los precios más caros de Europa”.