La convulsiva vorágine en la que diariamente se mueve la política española impide que los españoles nos preguntemos y nos respondamos de modo tranquilo sobre cuestiones que afectan de manera esencial a nuestra vida en común, al modo de organización social en el que nos desenvolvemos. Y una de ellas es el fenómeno tributario. La vorágine es algo tan presente e intensa en el día a día que raro será que un ciudadano normal se pare a pensar detenidamente por qué han de existir los impuestos y para qué sirven. Y ante esta realidad, el elevado adoctrinamiento socializante que inunda y contamina a la sociedad provoca que la generalidad de los individuos considere los impuestos como algo molesto pero inevitable. Pues no es así, cuando menos no en la cuantía en la que se nos exigen…