Esta semana he tenido la inmensa fortuna de participar en un curso en Harvard, gracias a la iniciativa y apoyo de la Fundación Rafael del Pino, la Fundación Ramón Areces y el Real Colegio Complutense de Harvard, una institución única que, sin duda, debería generar el mayor de los intereses por parte del ecosistema universitario español. Explicándolo no pretendo despertar envidias, -aunque si leyera estas líneas y no fuera yo quien las escribiera, probablemente las sentiría-, sino contextualizar este artículo y defender el papel activo y fundamental de la sociedad civil de nuestro país en el flujo internacional de ideas, personas y conocimiento…