Anoche, la Fundación Civismo acogió la entrega del Premio Sociedad Civil 2024 en el auditorio de la Fundación Renta4. Un reconocimiento otorgado a una persona, empresa o institución, por su defensa de la libertad. La Fundación concedió ayer el galardón al juez Manuel García-Castellón, por su destacada carrera como titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de Madrid y como miembro de la Audiencia Nacional.

La ceremonia fue presentada por Jesús Santos, abogado y fiscal en excedencia, que hizo un recorrido por la trayectoria profesional de su compañero de oficio, para finalizar deshecho en halagos. Santos elogió la función clave que desempeñó el magistrado en Francia, por lo que fue condecorado con la distintiva Orden Nacional de la Legión de Honor francesa.

García-Castellón luchó a lo largo de su carrera contra el terrorismo y el narcotráfico, y en el año 2017 decidió regresar a la Audiencia Nacional con el caso Tándem, o como es comúnmente conocido, el Caso Villarejo, llegando a analizar hasta 47 piezas de la investigación. También intervino en el Caso Kitchen, cuando saltó el entramado judicial de la denominada “policía patriótica”. Participó en el ejercicio judicial del Caso Tsunami Democràtic, y en numerosos ejercicios fiscales más.

«García-Castellón ha sacrificado su bienestar personal y profesional en favor de la justicia»

El abogado Jesús Santos destaca sus cualidades profesionales, pero más aún sus cualidades personales. Señala que «en el actual relativismo moral y la progresiva degeneración del ser humano, es una persona longeva en el servicio de la justicia, que ha sacrificado su bienestar personal y profesional en favor de la justicia.».   Manuel respetaba la labor de otros abogados e impregnaba en su oficio la defensa del estado de derecho como piedra angular. Fue un juez imparcial, cuya labor principal fue la de dar cumplimiento al Artículo 2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, que obliga a todo juez a recoger lo adverso (lo que incrimina), pero también aquello que favorece al presunto implicado. «Manuel interrogaba con respeto. Ha sido un juez valiente, lo que ha merecido numerosas críticas injustas. Manuel ha sido un verdadero azote a la corrupción. Él es el ejemplo de lo que todo juez debe aspirar a ser», le dedica Jesús Santos estás cálidas palabras a su compañero y amigo.

Manuel García-Castellón es una persona amable, afable, cordial, cercana; que dispone de ese “gravitas” que debe trasmitir todo instructor veterano y experimentado. El abogado concluye su discurso sentenciando: «el legado de Manuel es el de dejar una España más justa».

El evento continuó con la intervención de Julio Pomés, presidente de la Fundación Civismo, que moderó la sesión e hizo entrega del premio al condecorado juez y antiguo miembro de la Audiencia Nacional. Manuel García-Castellón, que recibió el premio entre una oleada de aplausos de los asistentes, dedicó el premio a su mujer y a sus hijos allí presentes, e hizo una mención especial a la Fundación Civismo: «Civismo se ha convertido en un pilar fundamental en la defensa de la libertad de este país. La libertad se ha convertido en un deber moral inexcusable».

Además, hizo mención de los múltiples problemas que se ha encontrado la defensa del estado de derecho durante su ejercicio profesional. Como los ataques a la independencia del poder judicial, antes provenientes del exterior y ahora internos, y en ocasiones procedentes del propio Estado. O los ataques a la democracia derivados de ETA y otros grupos terroristas. El magistrado puntualiza un hecho histórico notable: la Audiencia Nacional española se aprueba el 1 de enero de 1977, el mismo año en que se celebraron las primeras elecciones democráticas tras la dictadura, y un año antes de la entrada en vigor de la Constitución Española de 1978. Menciona la necesidad imperante en el país desde tiempos de la Transición, por mantener un régimen procesal justo. En su discurso enuncia la “Figura del Desacato”, que libra al juez de tener que actuar personalmente, haciéndolo en su nombre el Estado. «Las consecuencias, desgraciadamente, están a la vista», sentencia García-Castellón, haciendo referencia a la utilización de medios para evitar el desprestigio personal y profesional. Estos ataques mediáticos han dejado de provenir de delincuentes y ahora se vierten desde el propio Estado.

Manuel García-Castellón finaliza su intervención halagando la labor de la Fundación Civismo en la defensa de la libertad, y con una frase digna de enmarcar: «¡Viva España y viva la libertad!»