En 2025, el ciudadano medio dedica 228 días de trabajo al pago de impuestos, lo que supone 16 días más que en 2024, cuando el Día de la Liberación Fiscal cayó el 30 de julio. Este desplazamiento implica un incremento del esfuerzo fiscal del 7,5 % en apenas un año. Los catalanes dedican 11 días más al pago de impuestos que los madrileños.
El Día de la Liberación Fiscal (DLF), que simboliza la jornada en la que el contribuyente medio deja de trabajar exclusivamente para pagar impuestos y comienza a generar ingresos para sí mismo, se retrasa en 2025 hasta el 18 de agosto. Esta fecha supone el registro más tardío desde que existen datos comparables, y representa un hito preocupante para el análisis del esfuerzo fiscal en España.
El progresivo retraso del Día de la Liberación Fiscal año tras año actúa como termómetro de un sistema fiscal hipertrofiado, cuya evolución no responde a los principios de eficiencia, equidad ni neutralidad, sino a la necesidad de financiar un aparato estatal en constante expansión. En este contexto, cada vez más voces reclaman una reforma tributaria profunda, orientada hacia la simplificación, la transparencia y la corresponsabilidad fiscal, que garantice un equilibrio justo entre las necesidades del Estado y la libertad económica del ciudadano.