El acuerdo entre Irán y las grandes potencias mundiales es un gran error político lleno de buenas intenciones. Asume que un Gobierno que ha puesto como objetivo explícito «la destrucción de Israel» y que no ha variado un ápice sus aspiraciones nucleares, va a cambiar. De hecho, el acuerdo fue celebrado por la agencia de noticias iraní, puesto que no supone una modificación real de su programa.
«Todas las centrales nucleares continuarán su actividad, Irán seguirá enriqueciendo uranio y el I+D en centrifugadoras avanzadas continúa».
Irán mantendrá 6.104 centrifugadoras IR-1 durante 10 años. Preocupa que el ministro de Relaciones Exteriores, Javad Zarif, haya confirmado que Teherán comenzará a utilizar sus centrifugadoras de última generación (IR-8), que enriquecen uranio hasta 20 veces más rápido que las IR-1 actuales.
El propio exdirector de la CIA Michael Morell y toda una batería de analistas geopolíticos han alertado del error de centrar el acuerdo en el número de centrifugadoras. «5.000 es más que suficiente para construir armas nucleares, pero no para un programa energético».
Según la International Atomic Energy Agency, para una bomba se necesitan 25 kilogramos de uranio enriquecido U-235. Y aunque sea más difícil producir uranio 90% enriquecido –necesario para una bomba–, no es mucho más complejo que el de 4-5% necesario para generar electricidad.
5.000 centrifugadoras son suficientes para armas nucleares, pero no para un programa energético
Limitando el número de centrifugadoras no se evita ningún riesgo. Pero es curioso que se ponga el programa nuclear como excusa para «diversificar fuentes de energía». Como si Irán no pudiera diversificar con gas natural, solar o eólica.
No se les escapa a los analistas que el apoyo de Irán en la lucha contra el EI (Estado Islámico) ha pesado más que el riesgo para Israel o la estabilidad de la zona. Pero la pretensión de la administración Obama de dejar a la región solucionar sus problemas es un error. Y pone a Israel en peligro.
El riesgo para la estabilidad y la paz en Oriente Medio es enorme… a cambio de una promesa de que «dentro de ocho años» todo cambiará. No puede ser más ingenuo. Impacto en el mercado de petróleo… lo único positivo.
El acuerdo con Irán supone un aumento estimado de las inversiones en el país de 170.000 millones de dólares, fundamentalmente en petróleo y gas. El impacto inmediato supondrá aumentar la producción en el corto plazo entre 500.000 barriles/día y un millón, a medio plazo, siendo conservadores. Cuanto más exceso de suministro, como comentábamos en el artículo, «más dura será la caída: el desplome del petróleo es estructural».
Con el término del embargo, la capacidad excedentaria de la OPEP, además, se duplica. Adicionalmente, las inversiones en nueva infraestructura petrolera ayudarán a Irán a aumentar producción por encima de los 4 millones de barriles/día y a mayor plazo hasta los 6,5.
En total Irán va a disponer de más de 20,8 mil millones de dólares de ingresos adicionales anuales a corto plazo, añadidos a las inversiones antes mencionadas. Mientras tanto, Arabia Saudí ya ha aumentado producción al récord histórico de 10,33 millones de barriles/día en mayo. Irak, aunque no miembro sujeto a cuotas, también alcanza niveles récord.
Ganar cuota de mercado en un entorno de exceso de suministro que saben que es estructural
La estrategia de la OPEP que me comentaron hace tiempo en Viena sigue en pie. Demostrar al mundo que son el suministrador más competitivo, flexible y fiable. Ganar cuota de mercado en un entorno de exceso de suministro que saben que es estructural. Y probar que pueden ganar a EEUU, Rusia y las renovables en un entorno de precios bajos.
John Kerry y los negociadores saben bien que los posibles conflictos geopolíticos ya no afectan al «arma del petróleo» y con EEUU cerca de la independencia energética piensan que dejar la región a solucionar sus problemas sin apoyo de EEUU es sencillo. Sólo han olvidado que hay elementos más importantes que el petróleo barato y reducir presencia militar saliendo de la región.
Dice Obama que el acuerdo no está basado en la confianza, sino en la verificación. Me recuerda la escena en que Hans Blix le decía a Kim Jong Il en la película satírica Team America que «si no nos dejas inspeccionar tus palacios te mandaremos una carta mostrando lo enfadados que estamos», segundos antes de ser arrojado a la piscina de los tiburones por el dictador norcoreano.
Vamos a tener petróleo barato durante mucho tiempo. Pero el riesgo para Israel y por extensión, Europa, es muy alto, y apelar a la buena voluntad del que desea tu destrucción es irresponsable.