Hoy se celebran elecciones autonómicas y locales en prácticamente toda España. La distribución de escaños configurará el devenir político, económico y social de los próximos cuatro años. Por esta razón, conviene acudir a las urnas con la valoración de lo conseguido en el trienio 2016-2017-2018 por los gobiernos de la legislatura que ahora concluye. Las referencias más sólidas para hacer el balance y elegir la papeleta son aquellas que se refieren a los ámbitos que más preocupan a los ciudadanos y aseguran su bienestar.
Sin duda, el empleo se trata de uno de los más significativos. Si atendemos al incremento de la tasa de ocupados en el citado trienio, comprobamos que las mayores expansiones se dieron en Castilla-La Mancha (3,37 puntos porcentuales), Canarias (3,09) y Andalucía (2,69). En cierto modo, resulta lógico, dado que estas CC AA partían de niveles de paro más altas, por lo que el margen de crecimiento debía ser también más amplio. Lo avala el caso de Extremadura, con el quinto aumento más elevado de España y donde el desempleo bate el récord del país. Por el contrario, los repuntes de la tasa de empleo más moderados se han registrado, en ese periodo, en comunidades que no se vieron tan golpeadas por el paro, como Baleares (+0,85), País Vasco (+0,89) o Cantabria (+1,2).
Que una persona tenga trabajo o no constituye un factor con incidencia en la generación de riqueza, aunque no el único. El aumento del PIB per cápita de las regiones representa uno de los baremos ineludibles a la hora de escoger un candidato. En el trienio contemplado, esta variable ha crecido con fuerza en Cantabria (13,5%), Asturias (12,9%), y Castilla-La Mancha (12,7%). En este último caso, debido al buen comportamiento que, como veíamos, había experimentado el empleo. A la cola de esta tabla, con los avances del PIB per cápita más débiles, se hallan La Rioja (6,3%), Canarias (8,5%), Madrid (9,1%) y Baleares (9,2%), comunidad esta última en la que el incremento de los ocupados había sido menor.
Por otra parte, quizás el dato que más alarme a los trabajadores por cuenta ajena sea el saldo de empresas, es decir, la diferencia entre el número de compañías que entran en una comunidad y las que se marchan. Se ha seleccionado el año 2018, porque marcará la tendencia en 2019, al ser previsible que se mantengan las mismas políticas económicas. Resulta
sorprendente el abultado saldo negativo que muestra Cataluña (-2.303) frente al valor positivo que exhibe Madrid (+1.699). Si se estudia el saldo de las facturaciones de esas empresas, se aprecia que las de la primera han perdido 14.878 millones de euros, y las de la segunda han aumentado su balance en 11.585 millones. Curiosamente, las dos comunidades limítrofes
con Cataluña son la segunda y tercera que logran un mayor saldo en las facturaciones. Son Comunidad Valenciana (+1.333,5) y Aragón (+497,9). Estas cifras hablan por sí mismas y pueden ayudar a forjarse un criterio riguroso ante tanto relato seductor.