Durante esta campaña electoral, uno de los temas estrella ha sido el empleo. Lógico, teniendo en cuenta que, pese a su recuperación, continúa representando una de las principales preocupaciones de los españoles. No en vano, el paro se sitúa en una tasa del 14,7%, según la última Encuesta de Población Activa (EPA).
Cada partido ha presentado su particular visión. Desde las posturas más liberales, que abogan por perfeccionar la reforma laboral, dar facilidades a autónomos y emprendedores, o reducir las cotizaciones sociales, hasta aquellas más intervencionistas que piden subir salarios mínimos o hacer que la generación de puestos de trabajo proceda de la oferta pública.
Sin embargo, poco se ha hablado de un factor fundamental; el único que permite que simultáneamente crezca la ocupación y mejoren las condiciones laborales, en especial los sueldos, de una manera real y sostenible, de forma que no vaya en detrimento del crecimiento económico. Se trata de la productividad, indicador que evalúa la cantidad de bienes o servicios obtenidos en función de los recursos utilizados, entre los que
destacan las horas empleadas.
Ser productivos resulta clave para aumentar la competitividad de España y, sobre ello, descansa el valor añadido de cada actividad económica. Si no se introduce este elemento en los diferentes sectores se anquilosan, y pierden su ventaja competitiva en el mercado que más cuenta: el global. Uno de los indicadores para saberlo es comparar su tasa de crecimiento en el PIB con la variación de la ocupación de trabajadores, y si ésta se incremente más que aquella estamos ante unos niveles de productividad bajos, y viceversa.
Partiendo de esta base, y según los datos más recientes del INE, las comunidades más productivas en 2018 fueron Asturias y Cantabria. Destaca esta última, ya que, pese a que su tasa de ocupación fue la tercera del país que menos aumentó (un 0,7%), logró que su PIB registrara la segunda tasa de crecimiento más alta (3,4%), tras Madrid. En cuanto a Asturias, aunque su PIB se incrementó tres décimas por debajo de la media (un 2,3%), se alza como la más productiva, al tratarse de la única región en que la ocupación cayó en ese mismo periodo (un 0,65%).
La economía también creció más que la ocupación en Castilla y León, Canarias, Madrid y Navarra. En cambio, puede considerarse que el resto de comunidades resultaron poco productivas, ya que en ellas, la EPA superó al PIB, especialmente en Castilla-La Mancha, región en la que la ocupación varió más al alza (un 6,72%), o en Murcia, donde también aumentó mucho (un 5,16%) y, por el contrario, la economía creció al ritmo más bajo de todo el país (un 1,5%). Les siguen en escasa productividad Baleares, Extremadura o Andalucía.
De cara a los próximos comicios autonómicos, convendría que los partidos hablasen de empleo, sí, pero que no se olvidaran de fomentar la productividad de trabajadores y empresas. Es precisamente la única manera de crear un círculo virtuoso en el que el empleo genera crecimiento; y el crecimiento, a su vez, empleo.