Tal como recoge Eurostat en una reciente publicación, el precio de la vivienda en la Unión Europea subió un 4,3% en el tercer trimestre de 2018 en comparación con el mismo periodo de 2017. En cuanto a la variación de este respecto al segundo trimestre, aumentó un 1,6% en la zona euro y un 1,5% en el conjunto de la Unión Europea.
En Irlanda se ha experimentado el mayor crecimiento trimestral medio en los últimos dos años (2,72%), seguido de la República Checa (2,56%). En la parte baja de la tabla se encuentran Francia o Suecia, cuya tasa no superaba el 0,9%, Finlandia, con un mero 0,2%, o Italia, que ha decrecido de media un 0,23% trimestralmente.
Este aumento generalizado constituye la última manifestación de lo que viene sucediendo desde hace años, y que en España se observa con especial interés. Según el INE, la variación anual del precio de la vivienda en nuestro país ascendió en 2018 al 7,2%, y la trimestral fue, en el tercero, del 2,2%. Se aprecia especialmente en Madrid, donde se elevó hasta un 3,3% respecto al trimestre anterior, el cual, a su vez, también creció un 3,3% en comparación con el previo. Además, en la capital, la variación interanual se cifró en un 10,9%. Esta tendencia se asemeja a la experimentada en grandes áreas metropolitanas y algunos territorios insulares, como Baleares.
No obstante, el incremento del precio de la vivienda carece, por sí solo, de relevancia. Es en contraste con otras variables cuando cobra significado y puede llegar a resultar preocupante. Así, en comparación con él, la renta bruta disponible ha crecido en mucha menor medida, a excepción de Italia, rara avis en recesión hoy, donde trimestralmente, su renta bruta disponible desde 2016 ha disminuido un 0,09%.
En el extremo opuesto, Rumanía y la República Checa han visto ampliar la renta bruta disponible cada trimestre en un 6,25% y 2,07%, respectivamente, seguidos de Polonia, donde lo ha hecho un 1,68%. En algunos de los países de nuestro entorno, estos ingresos han crecido trimestralmente una media superior a la del índice de precios de la vivienda, como es el caso de Rumanía, Polonia o Irlanda, pero en la amplia mayoría de los estados, el crecimiento medio del precio de la vivienda ha sido muy superior.
En el caso de España, la renta bruta disponible ha despuntado un ínfimo 0,06% trimestral en los últimos dos años, lo que contrasta enormemente con el 1,6% de crecimiento trimestral medio del precio de la vivienda en ese periodo. Esto es, cada trimestre la renta de los españoles crecía, de media, 68 euros, mientras que el metro cuadrado lo hacía en 108 euros. Tamaña disparidad entre ambos indicadores indica que la accesibilidad al mercado inmobiliario ha sido, y seguirá siendo, una difícil tarea. Ni qué decir tiene el peligro de que España vuelva a las andadas en sectores como el de la construcción, donde otra burbuja inmobiliaria dañaría toda la economía cuando explotase.