La aceleración en la subida de los sueldos, el impacto de la guerra comercial y el nulo crecimiento de la productividad está mermando la competitividad de la economía española en el entorno de la eurozona, lo cual tiene un reflejo difícil de ignorar: el frenazo del sector exterior como motor de actividad y uno de los mayores contribuyentes –junto con el consumo privado– al incremento del PIB y la recuperación de la crisis. Concretamente, es la pérdida de competitividad la que dilapida el ritmo de las exportaciones de bienes y servicios al exterior, además del ineludible impacto de la incertidumbre generada por la guerra comercial entre EEUU y China, con otra amenaza en ciernes de aranceles contra la UE. Pero esa pérdida de competitividad también tiene raíces en el mercado laboral español, ya que en los años de la crisis ésta se logró incrementar a base de devaluaciones salariales, una situación que ha comenzado a revertirse en el presente año. A día de hoy, los sueldos crecen en España a un ritmo casi dos veces mayor de lo que lo hacían el pasado año hasta el mes de mayo, siendo de un 2,2 por ciento en los convenios colectivos ya firmados con efectos económicos para este año contra el avance de un 1,5 por ciento que registraban el pasado año, mientras que para los nuevos acuerdos entre empresa y trabajadores, a fecha de este año, el alza es incluso mayor, del 2,29 por ciento, contra el 1,5 por ciento de alza media en el pasado ejercicio. Pero eso no es todo, ya que más de 1,1 millones de trabajadores sujetos a convenio colectivo verán elevada su remuneración en más de un 3 por ciento este mismo año. Situación similar a la media de las subidas salariales que está registrando la empresa pública, cerca del 3,25 por ciento, según se aprecia en los datos del Ministerio de Trabajo y de la CEOE. Esto implica que, de media, los sueldos crecen en España a un ritmo un 40 por ciento mayor que el pasado año. Algo que impacta de lleno en la competitividad exterior de las empresas, que habían sustentado la ganancia de los últimos años en la reducción de los costes salariales. “El empeoramiento de las cuentas exteriores coincide con el frenazo en la ganancia de competitividad de España desde 2010 de forma ininterrumpida. También estos datos muestran cómo la ganancia de competitividad real en todos estos años frente a la media de la Eurozona y frente a Alemania no ha sido por incrementos de la productividad sino por reducción de los costes laborales”, explica el investigador principal del Think Tank Civismo, Javier Santacruz, aludiendo al plano crecimiento de la productividad de las empresas como centro de gravedad del fenómeno. También el economista Alberto Nadal, explicaba recientemente en elEconomista que “el crecimiento de los salarios debe producirse de forma acorde al crecimiento de la productividad, ni más lento, ni más rápido. Si los salarios crecen por encima, perderemos competitividad, volveremos a estropear nuestras cuentas exteriores y nos arriesgamos a un nuevo ajuste brusco. En este sentido, los datos de crecimiento de coste salarial del primer trimestre del año no son alentadores”, apunta el exsecretario de Estado de Presupuestos en el Gobierno de Mariano Rajoy.
El mal endémico de España
Así, como recuerda el BBVA, desde 1995 España solo ha recortado en 2,7 puntos porcentuales la brecha que le separa del PIB per cápita de la eurozona, situándose en la actualidad un 19,2 por ciento por debajo. “Est evolución está influida por los bajos resultados obtenidos por nuestra economía en términos de productividad. Así, la productividad total de los factores es en 2017 un 10,5 por ciento inferior a la de 1995 y su evolución contrasta con el aumento del 4,5 por ciento experimentado por el conjunto de la UE”, explican desde la entidad. Todo ello parece un buen punto de partida para apuntalar en España una desaceleración económica que ya ha trastocado los resultados macroeconómicos de las principales potencias del euro, Alemania e Italia sin ir más lejos, que crecerán este año al 0,5 por ciento y 0,1 por ciento, respectivamente, mientras que España lo hará a un ritmo del 2,3 por ciento, tres décimas porcentuales menos que en el pasado año. Así, no parece raro el declive progresivo que ha experimentado el sector exterior. En el primer trimestre del año el crecimiento de las exportaciones fue nulo, del 0,0 por ciento, tras registras pronunciadas caídas en los meses de enero y marzo, anotando el dato más bajo de los últimos tres años.