Recuperar la economía es una tarea obligada para la economía española. Inmersos en plena desescalada de una crisis sin precedentes para nuestra historia económica, la economía española se encuentra en un punto de inflexión, un punto en el que la economía, tras disiparse parcialmente los efectos de la pandemia, comienza a mostrar mayor dinamismo, pero a la espera de que dicho dinamismo sea el óptimo para comenzar con una recuperación más que necesaria; máxime en un escenario en el que la economía española se muestra gravemente deteriorada por los efectos derivados del COVID-19, así como todos los daños colaterales que la pandemia ha causado en los principales indicadores macroeconómicos.
Y es que, tras la disipación de dicha pandemia, los desequilibrios macroeconómicos que prevé presentar la economía española le sitúan en una complicada encrucijada. Con unas previsiones que arrojan, en primer lugar, una contracción que podría oscilar entre el 9% y el 11%, la economía española se enfrenta a una contracción económica que podría poner al Gobierno sobre las cuerdas. A esto debemos añadirle el hecho de que, de acuerdo con las previsiones que realiza el Banco de España, la deuda en el país, en relación su PIB, podría llegar a situarse en el 122 %, impulsando un déficit que, en el mejor de los casos, podría situarse en el 10 %. Por tanto, como vemos, dejando unas cuentas públicas al borde de la insostenibilidad.
Por el lado del mercado laboral, la paralización de la actividad económica, debido a las medidas de distanciamiento social y los distintos esfuerzos por sacar a la población española de una situación de extremado riesgo, nos deja unos datos de empleo que no llaman al optimismo. En esta línea, de acuerdo con el Banco de España, el desempleo, cuando la tormenta se disipe, podría llegar a situarse en el 22 %. Teniendo en cuenta que, en estos momentos, cerca de 3 millones de personas se encuentran con una suspensión del contrato laboral, así como una destrucción de empleos que ya se cifra en los 760 000 empleos, el enfriamiento que vivía el mercado laboral español antes de la crisis nos deja un escenario muy hostil para el empleo.
En este sentido, cabe recordar de donde venía la economía española antes de entrar en esta crisis. Pues, como anunciaba el propio Fondo Monetario Internacional (FMI) en su reunión durante el Foro de Davos, la economía mundial se enfrentaba a una dura desaceleración sincronizada, la cual estaba provocando caídas en los ritmos de crecimiento en las distintas economías del planeta. Además, dicha desaceleración estaba provocando, entre otras cosas, un gran enfriamiento en la creación de empleo. Esta es una de las principales preocupaciones que tienen en estos momentos los gobernantes. Pues, con un desempleo estructural del 14 % y una tasa de paro que prevé situarse en el 22 %, un enfriamiento en la creación de empleo, en una coyuntura como la actual y donde la pérdida de capacidad productiva es un hecho posible, recuperar la economía no será una tarea sencilla.
Así, se han intentado realizar aproximaciones sobre cómo será la recuperación de la economía española. Por tanto, tras descontar la recuperación en “V”, la recuperación de la economía española, además de tener que hacerlo de una crisis que, como decíamos, no posee precedentes, sigue siendo una incógnita para la gran mayoría de analistas. Pues, ante la gran sensibilidad que muestran las variables, podríamos sufrir escenarios contrafácticos que, como un rebrote durante la llegada del invierno, dificulten y posterguen la recuperación de nuestra economía. Esto, en una economía que, además, presenta un comportamiento completamente contracíclico, deja un escenario repleto de incógnitas por resolver, así como una incertidumbre pasmosa.
No obstante, basándonos en los precedentes que poseemos. Si cogemos esta crisis y la comparamos con la crisis de 2008, estaríamos hablando de una recuperación que, como entonces, se daría de una forma mucho más gradual que, por ejemplo, en otras economías de la zona del euro. Especialmente cuando observamos la evolución de las economías y nos resalta el hecho de que, mientras Alemania logró salir del escollo en el que se encontraba debido a los efectos de la Gran Recesión en un periodo de tiempo que no traspasó el año y medio, España, por su parte, no logró salir de dicho atolladero hasta pasados los nueve años. Si debemos tener en cuenta los precedentes, estos son los precedentes de la economía española en crisis anteriores.
Y es que la economía, precisamente la española, es una economía que, de la misma forma que entra en las crisis, como vimos incluso en esta, de una forma más lenta, también, en contraposición al conjunto de economías europeas, sale de estas, como ocurrió en 2008, mucho más tarde que sus homólogas europeas. En este sentido, viendo los indicadores que vemos, atendiendo a índices como el propio PMI, podemos observar como, pese a estar hablando de la economía española y los efectos más intensos del COVID-19 en esta, los niveles de actividad económica muestran un crecimiento mucho más gradual que en otras economías. Si a esto le sumamos lo contemplado al inicio, donde nuestra economía se muestra incapaz de aplicar estímulos ante el deterioro de nuestras cuentas públicas, podríamos realizar hipótesis mucho más pesimistas, incluso.
Por tanto, recuperar la economía española, como decíamos, no va a ser una tarea sencilla. El Gobierno debe tener en cuenta que contener la capacidad productiva y estimular la creación de empleo y empresas es clave para reactivar la economía. Incluso coincide en esto la propia vicepresidenta Nadia Calviño, pues, en aras de mantener la ortodoxia económica implantada por Bruselas, paralizó fatídicos desenlaces para la economía española al frenar la implantación de propuestas como la derogación de la reforma laboral.
En conclusión, es momento de retomar la actividad y recuperar el dinamismo. Recuperar los niveles previos a la crisis que nos ha sacudido con gran dureza parte de incentivar y fomentar a la economía real; destacando entre esa economía a sectores fundamentales como el sector turístico o el propio sector servicios en su totalidad. Únicamente así podremos hablar de recuperación económica.