Gente del mismo oficio rara vez se reúne ni tan solo para alegrarse o divertirse sin que la conversación termine en una conspiración contra el público». Esta frase deAdam Smith sobre la influencia de los gremios se podría aplicar también a los políticos regionales, cuando se juntan con sus homólogos nacionales: rara vez se dedican a otra cosa que no sea pedir más infraestructuras en su zona, aunque sea a costa de los contribuyentes de otras. Esto, en general, acaba generando un efecto perverso, ya que se construyen más infraestructuras de las que se necesitan y el coste de mantenerlas acaba haciendo que no sean rentables. El político se equivoca cuando opta al ‘pan para hoy’ a costa del hambre para mañana.
El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas ha valorado el capital del que disponen las comunidades autónomas en cuanto a infraestructuras, bienes de equipo y activos inmateriales. Algo que no sorprende es que las regiones que han acumulado más capital son las que han presentado una mejor evolución del PIB en los últimos cinco años. Pero no todos los tipos de inversión dan buenos resultados. Para comprobarlo, se han medido los distintos capitales en relación al PIB, de forma que un nivel 100 indicaría que la región ha invertido en los ámbitos citados justo en la misma proporción que su PIB.Así, parece curioso ver cómo Navarra, que es la que cuenta con menos infraestructuras en relación a su PIB (69,9), se posiciona también como la comunidad que ha sufrido una menor caída de la actividad económica, mientras queAsturias, la que más financiación ha recibido (157,1), ha perdido un 9,5% de su PIB entre 2008 y 2013.
¿Por qué este resultado? No se trata de que se haya despilfarrado la inversión, sino de que la sobredimensión resulta ineficiente. En general, las infraestructuras impulsadas por el Estado se han traducido en una fuerte contratación, que a su vez, suponía desplazar a los trabajadores desde otras áreas de la economía a la construcción de obras públicas y poner en desventaja a ciertas empresas del sector privado al no poder pagar sueldos tan altos. Además, la especialización de estos empleados hace que sus habilidades no sean tan aprovechables en otros campos cuando la ‘lluvia de inversiones’ acaba.
Sin embargo, tanto la inversión en maquinaria y bienes de equipo como en activos inmateriales (patentes y software), son positivas para el desarrollo económico. Por ejemplo, de las cinco comunidades con mayor inversión en activos inmateriales, cuatro presentan una evolución del PIB por encima de la media: Madrid (141), Canarias (120,1), Galicia (104,6) y Cataluña (101,2). En cuanto a las quemás invierten en bienes de equipo, sucede algo similar, ya que las comunidades que más crecen han invertido un 8% más, de media, con Madrid (118,2),Navarra (108,8), Canarias (108,5) y Galicia (104,4) a la cabeza.
La principal lectura que se extrae de estos datos es que la inversión constituye una condición necesaria para el crecimiento. En segundo lugar, ésta tiene que ser adecuada a las necesidades reales, dado que cuando el fruto del ahorro se dirige a un determinado componente se detraen recursos de otros. Por último, los propios ciudadanos, en sus empresas y en sus casas, saben qué es lo que necesitan para poder progresar mejor que el Estado, por lo que la inversión se aprovecha mejor cuando nace de la iniciativa privada.