Cambios en la estructura productiva
5 de marzo de 2018
Por admin

El pasado viernes, el Ministerio de Empleo y Seguridad Social publicó los datos de la afiliación a la Seguridad Social del mes de febrero. El mercado laboral español vuelve a dar señales de solidez. En febrero, se produjo un aumento de 81.483 afiliados con respecto a enero: el mejor registro para un mes de febrero desde 2015. Sumando los datos de afiliación de enero y febrero, y una vez descontada la estacionalidad, se obtiene un aumento de 128.584 afiliados: hay que retroceder 11 años para encontrar un incremento mayor en dichos meses. En los doce últimos meses se han creado 623.150 empleos, el mejor dato desde 2007: supone un crecimiento del 3,5% con respecto al periodo anterior (febrero 2016 a febrero de 2017).

En el sector manufacturero la afiliación creció 3,9% en tasa anual, es decir, por encima del conjunto de la economía. El empleo en la Industria está creciendo también porque lo hace la actividad industrial. Esta semana se ha publicado el Índice de Gestión de Compras de Markit (PMI por sus siglas en inglés) que señala que la actividad del sector manufacturero de España se aceleró durante el pasado mes de febrero a su nivel más alto de los tres últimos meses: subió desde los 55,2 puntos del mes de enero a los 56 puntos de febrero. Los nuevos pedidos del sector manufacturero registraron, en febrero, su mayor incremento de los 13 últimos meses, lo que se tradujo en un aumento de la cartera de pedidos y del empleo.

Parece, por tanto, que la industria española se expande y con ella la ocupación y la productividad. Así, en 2017, según informó el INE el jueves, el aumento del empleo industrial, en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, fue del 3,2% y el crecimiento del PIB industrial del 3,7%. El resultado fue un aumento de la productividad industrial (+0,5%) para el conjunto del año. Las causas hay que encontrarlas en: 1) las exportaciones que siguen creciendo de forma rápida (+5%) y 2) en la inversión, tanto en los bienes de equipo que crecieron un 6,1%, en 2017, como en los productos ligados a la propiedad intelectual y a la economía del conocimiento que aumentaron un 3,7%. Son datos de inversión muy relevantes ya que señalan una mayor confianza de los empresarios españoles y extranjeros en el futuro de la economía española. Además, este tipo de productos son intensivos en tecnología, lo que muestra que la economía española crece también en calidad. Por otro lado, el grado de utilización de la capacidad productiva instalada del sector industrial está siendo muy intensa, alcanzando en enero de este año el 81%: su cota más alta desde el 2008.

Los datos de Contabilidad Nacional publicados el jueves por el INE muestran también que se mantiene el cambio de tendencia en la estructura de la economía iniciado en el año 2015 (ver cuadro). La agricultura, industria y construcción aumentan su participación en la economía (en el PIB) y en cambio, el sector de los servicios pierde peso pasando de representar el 75% en 2014 al 73,3% en 2017.

En el cuadro se puede observar cómo, en España, desde 1970 y hasta 2014, se registra una disminución paulatina de la contribución de la Industria en el PIB, mientras que el sector de los servicios iba adquiriendo una importancia creciente durante ese periodo de tiempo. Es más, en la actualidad el tejido productivo español se sigue caracterizando por un elevado peso del sector de los servicios (73%) y por una baja presencia del sector industrial (18%). Esta terciarización es habitual en el proceso de desarrollo económico de la mayoría de los países. En este sentido, España es una economía de servicios y tiene un importante número de empresas que son muy competitivas en ese sector. Buena parte de la inversión española en el exterior y de las exportaciones están en los sectores, bancario, distribución, ingeniería, gestión y construcción de infraestructuras (aeropuertos, autopistas, etc.), gestión de aguas y basuras, hoteles, producción y distribución de energía, energías renovables, seguros, telefonía, etc.

EL SECTOR SERVICIOS PIERDE PESO

Así, desde 1970 el sector servicios tuvo una importancia creciente pasando de representar el 46% del PIB en 1970 al 75% en 2014. Pero a partir de ese año empieza a perder importancia relativa. La industria, que tuvo una fuerte reducción de su proporción en el PIB desde 1970 hasta el año 2013, empieza a recuperar peso a partir del año 2015: pasa de representar el 17,1% del PIB en el año 2013 (también en 2014 y 2015) al 18,1% en 2017. Es decir, la industria lleva dos años aumentando proporcionalmente su cuota en la estructura económica de España.

Para conseguir en el futuro un mayor crecimiento económico es preciso que continúe fortaleciéndose el sector industrial y especialmente la producción de bienes de equipo, que dada su mayor intensidad tecnológica mejoran sustancialmente la productividad de la economía.

Así las cosas, las empresas perciben una situación económica cada vez más favorable. Según el INE, en el año 2017 los dos principales factores que contribuyeron a la actividad empresarial fueron la inversión y las exportaciones, ambas ligadas al sector industrial. Recordemos que la economía mundial crece a su mejor ritmo en 10 años y nuestra demanda interna sigue creciendo (se espera para este año un crecimiento del PIB cercano al 3%). Lo que permite pensar que la industria seguirá fortaleciéndose durante este año.

En definitiva, España necesita una industria fuerte, eficiente y competitiva como instrumento imprescindible para alcanzar un alto nivel de crecimiento económico y de empleo cualificado. La experiencia histórica de las economías más avanzadas y también de las economías asiáticas muestra que para alcanzar un nivel alto de desarrollo es preciso establecer una base industrial interna amplia y robusta. Es más: no se conoce ningún país avanzado, de tamaño grande, que no sea industrializado. El G-8, es el grupo de países más importantes y más industrializados del Mundo. Por eso la industria se percibe como una señal de fortaleza, empleo y productividad. Por tanto, aunque el sector servicios español es muy competitivo, y debe seguir siéndolo, no se debe olvidar la necesaria apuesta por la reindustrialización de España.

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