Con la disipación de la pandemia que acecha a la economía española, las familias han comenzado a preguntarse sobre cómo será la crisis económica que pretende devastar la economía cuando todos los efectos de la crisis sanitaria hayan amainado por completo. Una pregunta que no deja a nadie indiferente, pues con semejante destrucción de empleo en el país, así como los grandes desequilibrios macroeconómicos que muestran los principales organismos, la situación que nos acontece es de vital importancia para el conjunto de la población.
A lo largo de estos días, mientras los analistas hemos lanzado, de forma reiterada además, informes que muestran una severa contracción en el PIB, con externalidades negativas sobre otra serie de variables como el déficit o la deuda, el Gobierno seguía en su retórica de negar las incógnitas que, por otro lado, los economistas trataban de despejar. Una situación que ha llevado a este Gobierno a corregir sus previsiones de crecimiento en dos ocasiones consecutivas, tras fallar en su intento de que la crisis económica provoque una contracción del PIB inferior al 8%.
Sin embargo, tal y como decíamos, la contracción del PIB para la economía española, de acuerdo con el Gobierno, el cual ya avisó de que estaría en torno al -7 % y el -8 % del PIB, ya supera el -9,5 %. En este sentido, alineándose más con las previsiones que, desde hace unas semanas, había lanzado el Banco de España, así como otra serie de organismos entre los que también destaca la Fundación Civismo, con una contracción prevista que podría oscilar entre el -9 % y el -11 %. En el caso del Banco de España, la contracción podría alcanzar el -13 %.
Así, ante la incertidumbre que no logra disipar el Gobierno de España, la sociedad ha comenzado a tomar cartas en el asunto, aplicando sus propias medidas, a la vez que se muestran preocupados por una crisis que desconocen. Y es en este sentido lo que recoge el diario Expansión, que realiza, junto a la consultora No Com, una encuesta que se encarga de recoger la percepción de una ciudadanía sobre una crisis doble, así como la proporción existente en dicha preocupación, desglosando entre crisis sanitaria y crisis económica. Así, dicho estudio concluye con un 47 % de ciudadanos que ya se muestran más preocupados por la crisis económica que por la sanitaria.
Hace unas semanas escribía un artículo en el que comentaba una encuesta que, como la anterior, realizaba el economista Trías de Bes para, también, el Diario Expansión. Dicha encuesta no solo revelaba una preocupación importante de los consumidores, así como el impacto de dicha preocupación sobre el consumo. Dicha encuesta, además de lo anterior, también revelaba el grado de preocupación de la sociedad española por la economía que presentaría el país tras los efectos derivados de la pandemia, llegando a concluir con un dato que reflejaba una percepción en la que cerca de un 90 % de la población española encuestada se mostraba severamente preocupada por la situación económica.
Esta situación, a la que vamos a añadir algunos datos más, completarán una ecuación que, como veremos, no arroja ningún optimismo para creer en una recuperación milagrosa que no requiera de una gestión intachable desde el sector público.
Tal y como muestra el gráfico, la confianza de los consumidores ha caído drásticamente tras la pandemia que comienza a disiparse. De acuerdo con el indicador que se muestra, los niveles que presenta la economía española, con base en las expectativas que extrae el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) sobre las expectativas de los consumidores, muestran una situación que para nada llama al optimismo. Razón que preocupa a la economía, pues no solo de empresas vive el hombre, dado que el consumo, finalmente, depende de los ciudadanos que en este gráfico se recogen.
Sin embargo, como veremos a continuación, la situación no solo preocupa a los consumidores en el país, sino que los empresarios están en una situación similar. Pues, como refleja el índice de confianza empresarial, elaborado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índice de Confianza Empresarial Armonizado (ICEA) muestra un descenso cercano al 27 % en el segundo trimestre del año. Así, un 75,1 % del tejido empresarial es pesimista sobre la situación futura que presentará la economía española que, como muestra dicho indicador. Salvando, únicamente, a un 3,1 % de los empresarios, que considera que su negocio evolucionará favorablemente tras la crisis vírica.
La recuperación en “V” para la economía española está más que descartada. Pero lo verdaderamente preocupante a mi parecer recae en las expectativas de unos empresarios y consumidores que no se muestran muy predispuestos a continuar con la misma normalidad, con base en sus patrones de gasto, cuando todo esta situación se disipe. Y es que en una economía que cuenta con un tejido empresarial compuesto por un 99,9 % de pymes en su tejido empresarial; con unos recursos muy limitados que sitúan la caja media de estas (tiempo que pueden mantener costes fijos sin recibir ingresos) en los 57 días; así como, por último, una liquidez que, en el cómputo del tejido empresarial europeo, refleja un escaso 3 % del total, España se enfrenta a una situación que de no tomar medidas, con el acompañamiento que ofrecen los datos, podría verse en una difícil encrucijada.
La situación se pone tensa para un país que sale plenamente descapitalizado de esta crisis. La escasa inyección de capital en relación con el PIB, en contraste con otros países, muestra la incapacidad de aplicar políticas contracíclicas en la economía española. Pero para más inri, en un escenario en el que la incapacidad para aplicar medidas y políticas está precedida por una enorme falta de rigor presupuestario, el Gobierno de España, en un escenario en el que el país refleja una cuña fiscal superior (39,5 %) a la media de países miembros de la OCDE (36,1 %), pretende seguir con sus políticas de gasto público, reforzando, a su vez, la recaudación fiscal con nuevos tipos impositivos y figuras que buscan el ensanchar dicha cuña fiscal, con los efectos que esto tiene en la economía.
Hasta el momento, el Gobierno ha tenido la suerte de contar con figuras que, como Calviño o Escrivá, han estado asesorando e implantando con rigor las impulsivas medidas que, entre medidas de distanciamiento social y duro shock de oferta claramente negativo, aplicaba el Gobierno de España. Sin embargo, ni el propio Partido Socialista respalda las políticas que, en este caso, emite la formación de Unidas Podemos, sus socios en el Gobierno. Pues, ante la situación y los pronósticos sobre deuda (122 %) y déficit (11 %), a España solo le queda esperar a Europa para que llegue el tan ansiado rescate.