Tras el duro shock que supuso la reciente publicación del Banco de España (BdE), en la que se arrojaba una visión más pesimista sobre la economía española, la OCDE sale a la tribuna pública con nuevos reajustes que alejan a la economía española cada vez más de esa recuperación en “V”; la cual, incluso la propia vicepresidente descarta. Con un descenso del PIB que podría alcanzar el 15 %, de acuerdo con los pronósticos que reflejaba el BdE, la economía española comenzaba a temer por su recuperación; sin embargo, tras las declaraciones de la OCDE, los reajustes planteados que sitúan la contracción económica en el mismo nivel que lo situaba el BdE, los temores se acentúan.
Tras la pandemia que ha sacudido a la economía española, la recuperación no va a ser una tarea sencilla. En este sentido, como coinciden ambos organismos en sus pronósticos, existen distintos escenarios que, en relación con los planteamientos, no dependen íntegramente de la gestión pública. Sin embargo, en ambos casos, la caída que vive la economía española es bastante abultada. Por tanto, el punto de inflexión que destacan ambos organismos, el cual remarca la OCDE, se sitúa en la posible recaída que podría darse durante los meses de octubre y noviembre. Una recaída que representa ese diferencial entre una contracción que podría alcanzar, en el peor de los casos, un 12% del PIB, y, por otro lado, otra que, dándose la recaída, lastraría el PIB hasta alcanzar niveles cercanos al 15%.
Así, la OCDE sitúa a la economía española como la economía más afectada por la pandemia, al menos en lo que a economía se refiere. Por detrás de España se encuentra Francia, así como el resto de economías homólogas de la zona euro, pero con horquillas que presentan contracciones inferiores a las que, en este caso, pronostican ambos organismos para la economía española. Y es que, aunque el escenario más pesimista para la economía francesa sitúe la contracción en el 14%, España sigue sacando distancia, con una horquilla que, aunque desmesurada en mi opinión, podría alcanzar una contracción para el país que, como llegó a pronosticar Deutsche Bank, podría llegar a incrementarse hasta alcanzar niveles cercanos al 17%.
En este sentido, es curioso que muchas voces autorizadas hayan comenzado a decir que la pérdida de vidas humanas en el país —donde España también sale como la peor parada de toda la Unión Europea— se debe a esa apuesta realizada por el Gobierno para salvar la economía Dada la dicotomía existente que se presentaba entre la opción de, por un lado, salvar la economía o, por otro, la vida de los ciudadanos. Y digo que es curioso por el hecho de que si, precisamente, hubiésemos dedicado los esfuerzos y recursos para salvar la economía, los pronósticos de la OCDE, así como los que emite el BdE, entre otros organismos y fuentes externas, no recogerían el mayor deterioro económico en el caso de la economía española. Pues, incluso en el caso de Italia, la contracción prevista para el que, a priori, se presentaba como el país más damnificado por la pandemia, se sitúa, en el peor de los casos, en el 14%.
Esto muestra una situación bastante violenta. La pandemia está dejando al desnudo la vulnerabilidad del conjunto de economías que integran el planeta. Además, entre los desnudos, la OCDE destaca los excesivos niveles de endeudamiento, así como los principales desequilibrios macroeconómicos que, ya de partida, presentaba el país. En este sentido, una deuda que, rozando el 100% del PIB y coincidiendo en los pronósticos con el BdE, prevén que se eleve hasta, incluso, el 130% del PIB; superando el pronóstico del banco central que la sitúa en el 122%. Por otro lado, un déficit que, como recogen, ya podría elevarse por encima del 11%; así como, por último, un nivel de desempleo en el país que, teniendo en cuenta los descensos en la creación de empresas como el claro enfriamiento en el mercado laboral, tanto presente como futuro, podría alcanzar el 25%.
Y es que, entre todas las analizadas, no ha habido economía, por dañada que se encuentre, que haya salido más afectada y deteriorada de esta crisis que la española. Teniendo esto en cuenta, así como ese comportamiento contracíclico al que me gusta hacer referencia, podemos comenzar a hacer análisis. Pues, como pudimos observar en crisis precedentes, nuestra economía, además de ser una economía que presenta una inmersión más tardía en las crisis, también sale de estas con mayor gradualidad. En este sentido, una gradualidad que durante la Gran Recesión de 2008 llevó a España a salir del atolladero en un plazo de 9 años; plazo que en el caso de Alemania se extendió por un total de un año y medio.
Una situación que, como vemos, asusta hasta la propia vicepresidente del Gobierno, la cual, junto a otros cargos electos, despiertan rumores que van en la línea de abandonar el equipo de Gobierno, con la vista puesta en organismos internacionales que saquen del apuro a dichas figuras en su papel de recuperar una economía como la española. Pese a todo lo mencionado, la mala gestión realizada durante los años pasados, así como el enfoque político que se le da a la economía en nuestro país, nos ha llevado a un escenario que, como ya dijimos muchos economistas, no se presenta nada favorable para la recuperación. Y es que, con semejante colchón fiscal y, como me gusta redundar, una gran falta de fondo de maniobra para adoptar decisiones, la economía española se ha metido en un callejón sin salida y en el que para salir, cualquier apuesta, por grande que parezca, podría ser insuficiente.