La economía española atraviesa una situación económica marcada por el gasto asumido por el Gobierno y las ayudas procedentes de Europa, que se traducirán en un espectacular crecimiento de la deuda pública, tal y como han ido señalando los distintos organismos económicos. El Banco de España prevé que una vez finalice la incertidumbre del covid-19, la deuda pública española podría situarse en un nivel cercano al 120% del Producto Interior Bruto (PIB).
La economía española, pese a haber cosechado un crecimiento previo continuado, se ha metido en esta crisis con un nivel de deuda pública que ya era muy elevado. La deuda que presenta la economía española -eliminando el caso de Italia- se presenta como un nivel de apalancamiento que no encuentra casos similares dentro del bloque comunitario.
Pues, si algo hemos aprendido de los países frugales, como denominaban a los estados del norte en las negociaciones comunitarias, es que la disciplina presupuestaria los ha llevado a aprovechar los años de crecimiento para reducir su nivel de endeudamiento progresivamente.
Desigualdad en el nivel de deuda
En este sentido, una reducción de deuda que ha llevado a países como Alemania u Holanda a meterse en esta crisis con respectivos niveles de deuda que se situaban en el 40% y el 60% permitiendo la aplicación de políticas contracíclicas para estimular la economía.
Sin embargo, el caso de España es bastante distinto. La economía española ha experimentado años de crecimiento que han ido sucediéndose, a la par que se incrementaba el endeudamiento público en el país. En boca del Gobierno español la situación ofrecía unos costes al endeudamiento que eran muy asumibles por nuestro país.
De esta forma, inmersos en una pandemia de dimensiones abismales, dicho endeudamiento se ha convertido en el factor más limitante que presenta el país para recuperar su economía. Pues, en la actualidad, estamos hablando de un endeudamiento que no ha permitido ni la aplicación de políticas contracíclicas; requiriendo el fondo de maniobra con el que nos ha dotado Europa.
Atendiendo a los principales estudios publicados en materia de deuda, realizados por el FMI, contar con una economía endeudada no ayuda a la economía española a recuperarse. Como concluyen dichos estudios, aquellos territorios que presentan un mayor nivel de endeudamiento público, a su vez, crecen menos a largo plazo. Especialmente en aquellos casos en los que dicha deuda supera unos determinados umbrales.
Dejando de lado aspectos técnicos de dicho informe, este concluye con que los estímulos económicos aplicables a través de un aumento de deuda pública dejan de tener efecto en el corto plazo a partir de una ratio deuda pública/PIB del 60-70%. Es decir, si el país que desea aplicar estímulos presenta un endeudamiento superior a dichos niveles, aumentar dicha deuda no genera ningún crecimiento adicional a corto plazo.
Entre las conclusiones se destaca el hecho de que a partir de una ratio situada entre el 90-100% de deuda pública, el impacto de la deuda sobre el crecimiento económico se torna negativo. Es decir, con dichos niveles de endeudamiento, por cada punto que se incremente la deuda pública, el crecimiento podría reducirse en una décima porcentual.
Compromete la recuperación
España, incluso antes de la pandemia, presentaba una deuda que ya se situaba en el 99%, de acuerdo con la ratio. Tras analizar la situación podemos observar cómo el país se encuentra en un nivel de endeudamiento en el que, de seguir incrementándolo, podría comprometer muy severamente nuestro futuro.
Si a esto le sumamos la caída que ha experimentado el PIB, así como la falta de crecimiento en los próximos años, la economía se enfrenta a un escenario difícil; pues un menor crecimiento también es una menor capacidad para reducir el pasivo.
Pues, cabe destacar que la economía española debe lograr consensos en el plano político para, progresivamente, ir reduciendo el endeudamiento. Solo en costes de la deuda, España destina cada año 30.000 millones de euros. Este dinero habría servido para pagar los ERTEs y hubiera permitido doblar, por ejemplo, la asignación presupuestada para aplicar el IMV.
Sin embargo, no todo está dicho en este asunto ya que debemos saber que el coste de la deuda es variable, por lo que, de rebajar la calidad crediticia, como ya está ocurriendo, así como incrementarse los tipos de interés, el coste de dicha deuda ascendería sustancialmente.
En definitiva, llegar a consensos y establecer una senda de reducción de la deuda y el déficit -junto a la diversificación de nuestro modelo productivo, el refuerzo de nuestras empresas o la flexibilidad en el empleo, entre otras cosas- son la única forma de salir más fortalecidos de esta crisis.