El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha hecho público su última actualización del conocido informe WEO, el cual arroja las previsiones que, desde el organismo, hacen para la economía mundial. Un informe tan esperado como temido, a la vez, dado que esta última actualización recoge todas las perspectivas de la economía mundial a la baja, incluyendo los efectos del COVID-19, así como la propia incertidumbre que, incluso, el propio organismo reconoce abiertamente.
Hace unos días escuchaba a un economista de BBVA Research, Rafael Domenech, hablar sobre la cantidad de variables que, en estos momentos, dotan de gran incertidumbre a la economía, especialmente como para pronosticar informes estables en el corto/medio plazo. En este sentido, muchos hablan de impactos limitados en la economía, pero esas variables que, en estos momentos, son imposibles de cuantificar con un cierto grado de fiabilidad considerable, a su vez, generan esa imposibilidad de la que hablamos.
Como ya he dicho en numerosas ocasiones, lo prioritario, tal y como también ha destacada el Fondo Monetario Internacional, es salir del confinamiento lo antes posible. Salir del confinamiento es necesario para reanudarla economía, pero eso sí, salir del confinamiento con una reducción bastante notable de la curva de contagios, así como de la tasa de mortalidad. Salir del confinamiento, en otras palabras, con una disipación cuasi total de la enfermedad, pudiendo reanudar la actividad económica sin riesgos de recaídas; también contemplada en este caso por el servicio de estudios de BBVA.
Y es que, de nada sirve apostar por un confinamiento y una paralización total de la actividad económica no esencial, si, posteriormente, se ejecuta un plan de desescalada precipitado y mal ejecutado, el cual nos vuelve a introducir de lleno en un nuevo brote pandémico. Esto no solo agravaría la economía, sino que, de tener que volver a confinar a toda una sociedad, así como la consecuente hibernación de la economía, esta podría verse en serios apuros. Más en aquellos países que, por el Coronavirus, se han mostrado más afectados, así como sometidos un periodo de tiempo más longevo en materia de distanciamiento social.
Las previsiones que recoge este nuevo informe para la economía mundial, como resultado de la pandemia a la que está sometido en estos momentos el planeta, proyecta un escenario en el que la economía sufre una brusca contracción del -3% para este año, una contracción mucho peor que la registrada durante la crisis financiera de 2008. Un pronóstico que, en aras de relajar el pesimismo colectivo, comparten junto al pronóstico para 2021, donde pronostican un crecimiento cercano al 6% (5,8%); como siempre, sujeto a que la economía repunte durante el segundo semestre del año.
Sin embargo, como indica el propio FMI, esto está pronosticado sobre una base en la que las variables si se muestran acotadas en un periodo de tiempo, descontando que las distintas economías solventarán la situación antes del mes de junio, reanudando la actividad económica y con un exitoso levantamiento las medidas adoptadas en materia de distanciamiento social. Unas variables que deben ser acotadas para realizar el modelo, pero que, como decíamos, valga la redundancia, poseen un alto grado de incertidumbre que impiden una medición fiable.
La trayectoria de la pandemia, la intensidad y eficacia de los esfuerzos de contención, el grado de las perturbaciones en la oferta, las repercusiones del endurecimiento drástico de las condiciones en los mercados financieros mundiales, variaciones de los patrones de gasto, cambios de comportamiento -como los que ya se pronostican en varios estudios realizados por distintas agencias de research-, efectos en la confianza y volatilidad de los precios de las materias primas. Como vemos, una serie de variables que, por el momento, son impredecibles.
Atendiendo a la variable de los patrones de consumo, solo en España, entre el 50 y el 60%, como recoge el último estudio realizado por el economista Fernando Trías de Bes, prevé que su economía doméstica pospondrá los gastos una vez pase esta situación. Es más, cerca de un 70% de los encuestados en dicho estudio indican que, tras el confinamiento, deben ahorrar para tratar de paliar la crisis que se avecina. Un 70% de los cuales, un 42% ya ha afirmado que ha comenzado a hacerlo, reduciendo su gasto. Patrones que, de acuerdo con el estudio, no se pueden evaluar, pero que si atendemos a los estudios extraoficiales que realizan diversos centros de investigación y research, muestran un mayor pesimismo.
Incluso sin contemplar algunas variables de relevancia, como puede ser una posible recaída durante los meses de octubre y noviembre; las cuales sí incluye el BBVA Research como un riesgo asociado y que podría tener graves efectos sobre la economía, perturbando esas limitaciones en el daño pronosticado. Una situación que, bajo mi pronostico, muchos analistas descuentan con gran facilidad, a mi parecer, pecando de un optimismo, en ocasiones, injustificado. Y es que, por muy optimistas que queramos ser, es hora de contemplar todos los escenarios posibles.
Resulta curioso que dicho informe también recoge afirmaciones del tipo: “Será necesario reforzar las medidas fiscales si persisten las paralizaciones de la actividad económica, o si el repunte de la actividad cuando se levanten las restricciones es demasiado flojo”. En este sentido, muchas economías europeas, como España o Italia, con tan escaso fondo de maniobra para aplicar una respuesta fiscal de calado para paliar la situación, han tenido que recurrir a una Europa que, a su vez, tampoco se muestra mucho más desahogada que estas economías, pues la política acomodaticia que ha seguido el organismo comunitario, ahora, provoca que las respuestas expansivas que se lanzan desde el organismo puedan surtir un menor efecto sobre estas economías; acostumbradas, como decía, a una política económica expansiva sostenida en el largo plazo, como la que le precede.
Desde el FMI, concluyen con un estímulo a una política coordinada y mancomunada, donde la cooperación multilateral, de acuerdo con el organismo, jugará un papel determinante en esta crisis. Una cooperación multilateral que, bajo mi criterio, se basa en, desde Europa, seguir a la Reserva Federal, mientras que en Estados Unidos, se basa en la confrontación con el gigante asiático. Y es que, si hay algo que se ha deteriorado durante esta pandemia, eso ha sido la colaboración de los países y esta interdependencia generada por la globalización. Una globalización, en estos tiempos, amenazada por una serie de tensiones que generan un diálogo hostil entre los países afectados.