El desplome de las bolsas en este nuevo año no es sorprendente cuando se analizan tres factores:
– La ralentización global que comentamos aquí. El Banco Mundial reducía un 14% sus expectativas de crecimiento global para 2016, hasta un 2,9%. Esto ha ocurrido a la vez que se publicaban indicadores adelantados pobres tanto en India -el último bastión del espejismo emergente-, como en EEUU o China.
– El impacto de China, en especial sobre los precios. Ya mencionábamos en julio que el efecto deflacionista de la situación china era muy claro. Esta semana, ‘The Economist’ hablaba de ‘lowflation’ pero hacía un análisis sorprendemente benigno de la política china. La realidad es que, como hemos comentado en El Confidencial tanto McCoy como un servidor, China no es la única causa, sino un síntoma más de una economía global enferma por exceso de estímulos. Estados Unidos, tras inyectar billones en la economía, ha vuelto a ver cómo la Reserva Federal de Atlanta revisaba a la baja sus estimaciones de crecimiento del cuarto trimestre.
– El riesgo de impago de los sectores cíclicos. Les recuerdo que vencen más de 10 billones de dólares entre 2016 y 2020 antes de incluir la deuda soberana. Y que la capacidad de repago se ha reducido a niveles de 2001 porque los ingresos caen.
Tras más de 600 bajadas de tipos, 20 billones de dólares de estímulos monetarios globales y nueve años de tipos bajos, se ha generado un mercado incapaz de sobrevivir a una subida de tipos a 0,25%. Señores, 0,25%. Que haya economistas que le echen la culpa a la Reserva Federal del desaguisado por subir tipos de 0% a 0,25%, y no por haberlos bajado de 5% a 0% y crear y mantener burbujas de deuda de alto riesgo, es, cuando menos, alucinante.
Y lo he repetido una y otra vez, los bancos centrales no nos van a proteger de la próxima recesión, y los planes de estímulo no están funcionando. La política de los bancos centrales de expandir la masa monetaria y bajar tipos de interés, la represión financiera, no ha reducido la deuda global, la ha aumentado en más de 60 billones desde 2008, mientras se ha reducido el crecimiento potencial de la economía a menos de la mitad (en el caso de EEUU, crecer un 2-2,5% tras crear más de la mitad de la masa monetaria de su historia en ocho años es francamente desalentador).
En los próximos días, y antes de fin de mes, recibirán ustedes noticias macroeconómicas que se usarán para decir que “todo va bien”. China publicará un PIB aceptable, consumo creciente, pero lo que nos debe importar es el efecto de ’empobrecimiento del vecino’ de las devaluaciones del yuan, que seguirán dándose.
Para ‘sostener’ el empleo y los sectores sobredimensionados, intentar exportar más hundiendo los precios en todo el mundo.
Atacar la renta disponible y el ahorro.
Mitigar el efecto explosión del problema de deuda chino.
China está cometiendo los mismos errores que Japón, con diferencias demográficas, por supuesto, pero casi calcado, y, al contrario que en otras épocas, el desplome de las materias primas y la política del avestruz de seguir gastando de los países emergentes e ignorar los riesgos no lleva a compensar.
El que piense que una Europa que se beneficia de la caída de materias primas y el efecto ‘parada en seco’ de emergentes va a compensar a un 40% del PIB de Latinoamérica en recesión y un 25% del PIB global en ralentización, simplemente delira.
Para el inversor, este efecto de caída de precios es lo que realmente importa, y no debe caer en el espejismo de pensar que “todo está descontado” cuando salgan datos razonablemente aceptables. Nadie está preparado para el efecto de una devaluación del 25-30% del yuan. Menos de un 10% de devaluación y una subida irrisoria de tipos en EEUU ha coincidido con un desplome de casi el 25% de los activos de riesgo desde máximos. Imaginen una devaluación como la que intentarán para solucionar el brutal aumento de deuda de los últimos 10 años. Afecta a materias primas, a los sectores cíclicos, a la capacidad de repagar el enorme endeudamiento, a los múltiplos de los valores cíclicos -al reducirse las estimaciones de crecimiento- y a la solvencia de la banca -al aumentar los préstamos de difícil cobro de los mercados emergentes-.
Un mercado ‘yonqui’ -que necesita crear (y creer) una inflación artificial o la promesa de la misma para sostener valoraciones de burbuja- es incapaz de calibrar el efecto de que China haga lo mismo que los ‘chicos más listos del barrio’ han hecho durante décadas. ‘Beggar the neighbour’. Empobrecer al vecino. Devaluar el dólar exporta inflación a las economías dolarizadas y dependientes de materias primas, como hemos visto en la época de la locura monetaria. Devaluar el yuan exporta deflación a todos.
No todo es riesgo. Europa se enfrenta a esta situación con superávit comercial y puede ser beneficiaria neta de la búsqueda de activos de bajo riesgo. Pensar que un plan de estímulo va a cubrir con azúcar la diabetes global puede ser un error fatal.