Tal y como ocurrió en el año 2009, unos meses después del estallido de la crisis económica y previo al correctivo que sufrió el PIB al cierre de ese mismo año (-3,8 por ciento), la actual evolución de los precios de bienes y servicios de consumo no invita al optimismo sobre el crecimiento de la economía en los próximos meses. Según las estimaciones del INE, la inflación avanzará en agosto un 0,3 por ciento y mantiene la senda de contención experimentada en la segunda mitad del primer semestre del año, lo que amenaza el cumplimiento de las previsiones de inicio de año del 1,6 por ciento e incluso las revisiones ya publicadas por diferentes organismos internacionales que sitúan el IPC en el entorno del 1,2 por ciento para el conjunto de este año.
En este sentido, el índice de precios de consumo bajó un 0,1 por ciento en agosto en relación al mes anterior y recortó dos décimas su tasa interanual, hasta el 0,3 por ciento en lo que significa su menor nivel desde septiembre de 2016, según el indicador adelantado. Una cifra que el organismo estadístico atribuye principalmente el descenso de la tasa interanual debido al abaratamiento de la electricidad. Así, con el dato de agosto, el IPC interanual retoma la senda bajista después de que en julio subiera una décima y se situara en el 0,5 por ciento.
Fin de ciclo expansivo
Con todo ello, parece que la desaceleración de la economía está cada vez más apuntalada para el próximo año, más aún con una economía incapaz de generar presiones inflacionistas a través de sus cadenas de producción, y que se reproduce en la mayor parte de los países de la zona euro, donde la última lectura del IPC arrojaba un estancamiento del avance de los precios en el 1 por ciento (mes de julio), el menor registrado en los últimos tres años, y hasta tres décimas por debajo que en el mes anterior cuando se situó en el 1,3 por ciento.
“La debilidad de la inflación también es procíclica, sobre todo en servicios, transporte y bienes industriales”, explica el investigador principal del Think Tank Civismo, Javier Santacruz, sobre el acompasamiento de la evolución de los sectores productivos y la correlación con la evolución de la inflación.
Y es que, como se ha mencionado justo antes de entrar en la gran recesión de la economía española que duró hasta 2014, el desempeño del IPC ya vaticinaba el descalabro con un retroceso en el conjunto del año del -0,3 por ciento. Esta vez, sin registros negativos y con unas previsiones que apuntan a la desaceleración pero no a la recesión, la marca del mes de agosto apuntala de entrada el debilitamiento del alza de precios para todo el año y allana el camino de la desaceleración económica.
De hecho, seis años después de que España iniciara el proceso de recuperación de la crisis de 2008, según las estimaciones de crecimiento elaboradas por Freemarket, la economía de nuestro país continuará la senda de desaceleración el próximo ejercicio anotando en cuenta el peor dato de PIB en seis años con un avance del 1,8 por ciento. Tanto que habría que remontarse al tercer trimestre de 2014 para encontrar un desempeño peor, cuando el aumento de la producción nacional en tasa interanual se situaba en el 1,7 por ciento.
Medición europea
Por su parte, en el octavo mes de 2019, el Índice de Precios de Consumo Armonizado (IPCA), el dato correlativo con el resto de países de la Unión Europea situó su tasa interanual en el 0,4 por ciento. Si este dato se confirma, la tasa anual del IPCA bajaría dos décimas respecto al mes anterior. Con ello, la variación mensual del indicador de precio armonizado adelantado se situó en el -0,1 por ciento, en consonancia con la lectura local del dato.
Más allá, el INE publicará los datos definitivos del IPC de agosto el próximo 13 de septiembre.