En 2011 escribí un artículo en «The Wall Street Journal» llamado «Receta para la recuperación de España» («Recipe for a Spanish Comeback»). La tarea que se presentaba en España hacía muy difícil predecir un cambio estructural rápido y positivo. Pero dicha recuperación se ha dado, y de manera más sólida de lo que los economistas estimábamos.
Hablar hoy de estos últimos cuatro años sin recordar de dónde veníamos sería un error. En 2011 España mostraba un déficit público del 9,4% y un déficit comercial de 46.338 millones de euros. En total, un desequilibrio de la economía cercano al 15% del PIB.
El paro subió en 577.000 personas en 2011, hasta el 22,85%. Tres millones y medio de empleos destruidos negando la crisis.
En 2011, además, se había disparado la desigualdad. En 2004 España mostraba niveles similares a la media de la Unión Europea. Entre 2004 y 2011 la desigualdad aumentó un 11%, cuando en la UE 27 se mantuvo a niveles de 2004.
Cuatro años después nos encontramos con una economía que lleva más de veinte meses de expansión, aumentando la afiliación a la Seguridad Social y reduciendo el paro, a la vez que se ha mantenido el nivel de protección social. Una economía que creará un millón de empleos netos entre 2015 y 2016, que crecerá por encima del 3% y que ha reducido de manera relevante sus desequilibrios, alcanzando superávit primario en 2016.
Siempre que dicen que la deuda pública ha crecido entre 2011 y 2014 muchos olvidan que esa cifra incluye el rescate a las comunidades autónomas, las facturas impagadas dejadas en 2011 y el rescate a las cajas públicas, que explica gran parte del aumento.
En estos años se ha recuperado el pago a proveedores, se ha reducido la economía sumergida un 3% según el Colegio Oficial de Economistas, se han aflorado 124.000 millones en la lucha contra el fraude fiscal, se han cerrado 2.300 entes públicos deficitarios con un ahorro de 30.000 millones de euros y ha disminuido la deuda de familias y empresas a niveles de 2006. Mientras, la riqueza total neta de las familias superaba el billón de euros, el máximo nivel desde 2009.
La creación de empleo es, además, más sólida de lo esperado. Recordemos que en EE UU se tardó seis años en recuperar los ingresos de la Seguridad Social y el empleo fijo de 2009. España, ya en 2015, aumenta el porcentaje de empleo indefinido más de un 15%.
Se ha recuperado la confianza inversora y el empleo con reformas tan importantes como la financiera, laboral y la ley de emprendedores, y esas mejoras deben servir para profundizar en la bajada de impuestos y facilitar la creación de empresas y apoyo a autónomos.
Queda mucho por hacer. El paro es aún muy alto y las reformas deben continuar para que el crecimiento sea sostenible. Hace falta convertir a España en el líder de creación de empresas y empleo de Europa. Pero es importante resaltar que en estos cuatro años España ha llevado a cabo un ajuste de casi 15 puntos del PIB entre déficit comercial, fiscal y con proveedores, y lo ha hecho creando empleo y creciendo.
El riesgo de creer en soluciones mágicas, caer en los errores de 2008 y deshacer lo conseguido es alto. Seguir avanzando es esencial para convertir la recuperación en crecimiento estable.