El presente de la economía española es alentador. España creció a un ritmo del 3,5% a finales de 2015, se crearon 522.000 empleos el año pasado y las exportaciones y la llegada de turistas extranjeros han alcanzado niveles sin precedentes en la historia. Sin embargo, el futuro está amenazado por el nubarrón de la política. Más de una treintena de organismos internacionales, bancos de inversión, entidades financieras, patronales y grandes empresarios han avisado en las últimas semanas de que hay una gran piedra en el camino de la recuperación: la ausencia de un Gobierno estable.
Varios indicadores comienzan a mostrar un frenazo de la confianza, de la actividad de la industria y una paralización de las inversiones, incluso en el sector inmobiliario, que había comenzado a resurgir después de años en recesión tras el estallido de la burbuja en la construcción. “Hay un efecto de inercia, pero la confianza, la inversión directa y el empleo muestran síntomas de agotamiento”, relata Daniel Lacalle, director de Inversiones de Tressis Gestión. “Todo esto podría hacer que el PIB se frene del 2,7% previsto al 1,5%, con lo que la creación de empleo se detendría”, añade. Una postura similar la comparte Francisco Cabrillo, que señala que “la recuperación es vigorosa pero tiene pies de barro, y si no se siguen tomando medidas puede reducirse. Las inversiones y la contratación tienden a paralizarse”.
Ayer mismo se conoció que el Indicador de Confianza del Consumidor retrocedió 3,9 puntos en febrero, hasta los 95,2, arrastrada por el retroceso de las expectativa. Se suma al fuerte descenso registrado en enero, tras dos años en el que la confianza había crecido animada por los bajos tipos de interés y la caída de los precios de consumo. Precisamente, José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citi en España, señala que el consumo es el gran puntal del crecimiento, “que se puede sostener en cierta medida gracias a que los Presupuestos de 2016 ya están aprobados”. “Pero el coste aflorará con el tiempo”, remacha.
Sin embargo, la confianza no es un dato puntual. En los primeros meses del año también se ha observado una caída del consumo de energía eléctrica (corregido a efectos de calendario cayó un 3,2% en enero y un 1% en febrero) o del consumo de cemento (que cayó un 1,1% en enero tras una subida espectacular del 5,3% en 2015). Estos dos indicadores adelantados de la economía muestran el parón en la actividad registrado tras el 20 de diciembre, que podría extenderse hasta finales de año, ya que si hay que repetir elecciones, el nuevo Gobierno no estaría listo hasta septiembre.
En este sentido, Francisco Vidal apunta que “muchos grandes proyectos de infraestructuras y de contratación quedan paralizados y suspendidos a la espera de la formación de un gobierno y de que se vea cuál puede ser la regulación vigente”.
Además, la falta de un único interlocutor puede dificultar la atracción de grandes infraestructuras. Vidal añade que los efectos de esta menor capacidad “se notarán en las inversiones del segundo y el tercer trimestre, lo que provocará que la creación de empleo se ralentice del entorno del 3% actual hasta el 2,2%, con posibles riesgos a la baja”.
A esto se suma que en enero las operaciones corporativas de las empresas se desplomaron un 84%, el nivel más bajo registrado desde 2005. Además, según las últimas estadísticas del Banco de España sólo en diciembre, en torno al 20-D, se registró una fuga de capitales de 19.000 millones de euros. “Esto es un problema porque uno de cada siete empleos depende directamente del capital extranjero”, señala Diego Sánchez de la Cruz, profesor del Instituto de Empresa y director del think tank Civismo. Sánchez de la Cruz señala que la inversión Extranjera se ha reducido a la mitad por la incertidumbre y, si esta situación se prolongara, “costaría la creación de 250.000 puestos de trabajo a lo largo de este año”.
A esto se suma que, como adelantó EXPANSIÓN el pasado 22 de enero, despachos como Equipo Económico, Baker & McKenzie, Ceca Magán Abogados o Garrigues advierten de que algunas empresas han acelerado los ajustes de plantilla a principios de año ante el temor a una contrarreforma laboral, lo que podría explicar que el paro aumentara en febrero en 2.230 personas, algo que el propio secretario de Estado de Empleo, Juan Pablo Riesgo, vinculó directamente con la inestabilidad política.
El propio servicio de estudios de BBVA ha estimado cuál será el coste para la recuperación de la falta de Gobierno y de la ausencia de reformas. Según esta entidad “si el repunte de la incertidumbre observada en enero se mantiene constante durante seis meses”, el PIB crecería 0,5 puntos menos este año y 1,3 puntos el próximo. Aunque con estas estimaciones el país no volvería a la recesión, sí que se crearían un millón menos de empleos en dos años por la falta de certidumbre en la política económica, lo que dificultaría la digestión de una tasa de paro que aún sigue por encima del 20%, a pesar de que alcanzó cotas del 26,9% en el momento en el que España estuvo amenazada por el rescate europeo. BBVA Research apuntó ayer mismo que es “posible” que las “incertidumbres internas y externas” que afectan a España estén retrasando decisiones de compra de vivienda. Por su parte, José Antonio Herce, socio director de Analistas Financieros Internacionales, señala que “los indicadores adelantados y el empleo muestran que la economía se desacelera debido a la incertidumbre de un gobierno en funciones”. “Los indicadores confirman que el efecto de las reformas pasadas se ha agotado y es necesario hacer otras nuevas para mantener el ritmo. Si la situación sigue así, habrá una revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento”, señala.
También hay un amplio clamor en las patronales que piden solventar el futuro político. Se han pronunciado en esta dirección el Instituto de la Empresa Familiar, el Círculo de Economía de Barcelona o el Círculo de Empresarios. Patronales como Exceltur han llegado a cuantificar que la inestabilidad en la vida política tendrá un coste de 900 millones para el turismo español. También empresarios como José Luis Bonet, Ana Botín o Francisco González han avisado de las consecuencias negativas de que no haya un Ejecutivo estable en España en los próximos meses.
A esto hay que sumar que agencias de ráting como Moody’s han rebajado la perspectiva de la calificación del país por la situación económica o Stantard &Poor’s que después de avisar “que ya no veremos tantas reformas como en los últimos años”, ha avisado de el impacto de la falta de Ejecutivo en sectores como el inmobiliario o las infraestructuras. Fitch también ha apuntado que “en años anteriores la consolidación fiscal y la agenda de reformas eran prioritarias, pero ahora han quedado en un segundo plano”.
En este sentido, el profesor de la Universidad San Pablo CEU Rafael Pampillón recuerda que “todos los partidos piden mantener el déficit, aunque sea el más elevado de Europa, y en cualquier momento los mercados pueden volver a desconfiar de nosotros”. Desde las vísperas de las elecciones, el tipo de interés de la deuda ha subido en 30 puntos. Un avance de 100 puntos supondría un aumento de los costes de financiación de 2.200 millones de euros, lo que se trata una cifra peliaguda cuando hay que recortar 10.000 millones de gasto.
Esta cifra es todavía más peliaguda “cuando la falta de gobierno genera un descontrol de las CCAA que podría hacer que la situación volviera a ser la de 2010 y 2011”, señala Lacalle. Por último, el Fondo Monetario Internacional también avisó cuando presentó sus previsiones sobre España a finales de enero de que “la inestabilidad política” podría afectar a la evolución de la economía y que “una pronta resolución de la incertidumbre política sería positiva para España”.