La guerra arancelaria: un perjuicio global
25 de junio de 2018
Por admin

Los aceituneros españoles están sufriendo los elevados aranceles que sobre la aceituna de mesa les está imponiendo la Administración americana. Es una medida que se dirige a proteger la producción americana de aceitunas frente a la competencia española. A partir de ahora los americanos tendrán que comer aceitunas de peor calidad y más caras.

Es solo un ejemplo del cambio brusco y profundo que se está produciendo en la política de comercio exterior de Estados Unidos. Se trata de la mayor escalada arancelaria que se ha producido desde la Segunda Guerra Mundial. Donald Trump ha iniciado una batalla comercial que no parece que vaya a terminar bien. Las hostilidades comenzaron el 1 de junio cuando la Administración de EEUU aprobó aranceles del 25% y del 10% a la importación de acero y de aluminio procedentes de Europa, China, México y Canadá. La respuesta de los países afectados no se hizo esperar. Ayer, los países de la Unión Europea comenzaron a aplicar aranceles del 25% a unos 200 productos norteamericanos (zumo, tabaco, motos, whisky, cartas, vaqueros o acero) por valor de 2.800 millones de euros. Prudentemente y en aras de que cese la contienda, Bruselas anunció el compromiso de retirar estas medidas si Estados Unidos hace lo propio con el acero y el aluminio.

China también ha iniciado un proceso de duras represalias a las medidas proteccionistas de la Administración americana. La respuesta de Trump tampoco se ha hecho esperar, y ya está estudiando gravar con más aranceles a la economía de China. Se trata ahora de tarifas del 10% a un total de 200.000 millones de dólares de importaciones chinas (que van desde las lavadoras a los paneles solares). Aunque la Casa Blanca aseveró que estos aranceles se aprobarán, a no ser que Pekín cambie su política económica exterior para exportar menos a EEUU. Sin embargo, parece que China no está por la labor de reducir drásticamente su superávit comercial con EEUU, motivo por el que ha amenazado con tomar medidas cuantitativas y cualitativas contra la entrada de productos americanos.

CERCA DE LA RECESIÓN

Donald Trump es el único responsable de una guerra comercial que, si no se detiene, provocará una crisis que se extenderá por el resto del mundo, lo que provocaría una recesión que se prevé en 2020-2021. El motivo resulta claro: se está destruyendo el sistema internacional de Libre Comercio que creó Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. El presidente norteamericano no cree que arruinar un sistema de comercio global y abierto y perder a sus aliados políticos y comerciales (Europa, México y Canadá) vaya a perjudicar los intereses estadounidenses. Nada más falso.

Se olvida de que la Gran Depresión americana de los años treinta del siglo XX se produjo en unas circunstancias similares: el dólar estaba apreciado, se derrumbó la bolsa de nueva York con el famoso crack de 1929, los tipos de interés eran elevados y la política comercial también tenía un sesgo proteccionista. Efectivamente la introducción de la Smoot-Hawley Tariff Act en 1930 –una subida considerable de los aranceles a la importación para proteger a los agricultores americanos– redujo el comercio internacional y ayudó a hundir la economía americana. Por otra parte, el esquema cambiario de tipos de cambio fijos basado en el patrón oro entrañaba una apreciación del dólar, sobre todo cuando otros países como Reino Unido decidieron salirse y devaluar su moneda.

Ahora las condiciones son parecidas: el dólar está apreciado, los tipos de interés de la Reserva Federal aumentan, el Dow Jones lleva diez días cayendo desde máximos y la Casa Blanca impone aranceles a los productos importados. Estas malas señales presagian una crisis que va a tener consecuencias negativas sobre la productividad de EEUU, su industria manufacturera, la inflación y los tipos de interés. No obstante, es muy poco probable una depresión, como la que siguió a crisis bursátil de 1929; ahora la situación es diferente por la contundencia y velocidad con que se producen las respuestas de la política económica.

ESPAÑA: ESTRATEGIA EXPORTADORA

Estamos ante una guerra comercial en la que España también participa: la aceituna de mesa es solo un ejemplo. Desgraciadamente es una batalla de la que ningún país permanecerá al margen y que afectará también al crecimiento económico de Europa.

De momento esta guerra se nota poco en España porque nuestros productos siguen siendo percibidos por su calidad y precio, lo que nos permite estar en las mejores condiciones para llegar a los mercados internacionales. Así, los datos publicados esta semana sobre el comercio exterior español señalan que continúan creciendo las exportaciones. Éstas han alcanzado el récord histórico de 94.883 millones de euros, en el período enero-abril de 2018, cifra que supuso un alza del 3,7% con respecto al mismo periodo del año anterior. Las exportaciones se afianzan así como motor de nuestra economía. Solo en el mes de abril, las ventas al exterior aumentaron un 9,5% con respecto al mismo mes de 2017. Estos incrementos permiten a España continuar por encima de sus principales competidores europeos.

El crecimiento de las exportaciones se observa también en el alza de la cuota exportadora de nuestro país. Así, según acaba de publicar la Organización Mundial de Comercio (OMC), España mantiene su peso en las exportaciones mundiales de bienes. Es más, es el único país de la tabla que en 2017 sostiene su participación. Los demás pierden en favor de otros países, más pequeños, que ganan cuota (Corea del Sur, Holanda, Indonesia, Vietnam, Malasia o Polonia). Además, en el periodo 2003-2017 solo España y China ganan participación en las exportaciones mundiales de mercancías. El resto de los países (Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia) redujeron su participación.

Una de las razones por las que la economía española crece a ritmos tan elevados es por la competitividad de nuestras exportaciones de bienes y servicios. Conviene recordar que exportar más exige una mayor inversión en infraestructuras y bienes de equipo, algo que mejora el empleo, lo que a su vez da paso a un aumento del consumo.

A pesar de las malas noticias económicas que aparecen estos días, y que van a seguir en los próximos meses como consecuencia de las actuales políticas comerciales en EEUU, España, gracias a las exportaciones, mantiene un elevado ritmo de crecimiento. Por eso la guerra de Trump a España no le interesa: nos perjudica. Producirá, además, una recesión económica en EEUU, China y Europa. Sin embargo, gracias a la Gran Recesión aprendimos que las políticas económicas deben aplicarse con rapidez, intensidad y coordinación. Como consecuencia, si se entra en una recesión sabremos salir pronto de ella lo que debiera llevarnos a tener una visión más optimista del futuro.

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