En octubre de 1973, los países árabes decidieron bloquear sus exportaciones de crudo a aquellos países que habían apoyado a Israel en la llamada guerra del Yom Kipur, que había tenido lugar en ese mismo mes. Esta estrategia, unida a un control de la producción, hizo subir el precio del petróleo de una forma espectacular a lo largo de los meses siguientes. Si antes del conflicto un barril valía, aproximadamente, 1,65 dólares, en 1974 el mismo barril cotizaba por encima de los 9 dólares. Este aumento, y los desequilibrios que la economía norteamericana venía arrastrando, desataron una grave crisis económica caracterizada por la existencia simultánea de estancamiento e inflación.
Durante años, este encarecimiento se vio como un problema de dificil, si no imposible, solución, va que a los conflictos bélicos y a las estrategias de los productores para mantener precios altos, se unía la idea de que el petróleo es un recurso limitado que, con el paso del tiempo, se hará cada vez más escaso -y más caro- hasta su agotamiento total. Pero tanto la experiencia práctica como la teoría económica nos dicen que este razonamiento es tan simplista como equivocado. Si se analiza la evolución de los precios del petróleo entre 1973 y 2016, se observa que la tendencia no ha sido, en absoluto, uniforme. Tras años de fuerte crecimiento que llevaron al crudo a su valor máximo en 2008, cuando el barril pasó a valer más de 147 dólares, los precios cayeron de forma acusada y hoy se cotiza en torno a los 48 dólares. Ahora bien, si tenemos en cuenta la inflación y que un dólar de 1974 tenía un poder de compra equivalente a 5,1 dólares actuales, resulta que el barril cuesta ahora el equivalente a 9,4 dólares de entonces. Es decir, tras diversas oscilaciones, un barril de petróleo vale hoy, en términos reales, más o menos lo mismo que en 1974.
¿Por qué se equivocaron los catastrofistas que preveían el agotamiento del crudo y precios en continuo crecimiento? Principalmente, por no saber utilizar uno de los elementos básicos del análisis económico: la teoría de la oferta y la demanda. Un principio básico de la teoría de la demanda establece que la reacción de los consumidores a un aumento de los precios no se produce siempre de inmediato. Si mañana sube el gasóleo, yo no puedo cambiar el sistema de calefacción de mi casa o el consumo de mi coche. Pero lo haré con el paso del tiempo; y la demanda de gasóleo se reducirá. En la terminología de los economistas, la demanda es más elástica en el largo que en el corto plazo.
Por otra parte, el crudo y el gas se pueden obtener de diversas formas. Y las técnicas del fracking, por ejemplo, permiten que, si los precios se elevan, la producción aumente de forma significativa. Además, el petróleo tiene sustitutivos, que no se emplearán hasta que no sean En términos reales, un barril de petróleo vale más o menos lo mismo que en 1974. rentables. Pero si el precio del crudo sube mucho, se utilizarán. Un buen ejemplo es el coche eléctrico. No circulan más coches eléctricos porque su precio aún no compensa a los usuarios. Pero si los precios de la gasolina suben, las cosas cambiarán.
La conclusión más llamativa es, seguramente, que el petróleo nunca se agotará. Simplemente dejará de utilizarse cuando sea demasiado caro. Un ejemplo para los aficionados a la historia: a finales del siglo XIX había en Europa una seria preocupación ante un posible agotamiento del carbón que, naturalmente, nunca se produjo. Nos cuesta aprender de nuestras equivocaciones.