La reunión que tuvo la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EEUU) el pasado día 21 confirma que su política monetaria sigue en la dirección adecuada: cada vez es menos laxa. Un movimiento gradual de contracción de la cantidad de dinero que es posible gracias a que los precios están subiendo lentamente y que el crecimiento de EEUU (+2,5%), que mantiene muy baja la tasa de paro, por ahora no genera subidas sensibles en los salarios.
En dicha reunión la Fed no defraudó y volvió a subir el tipo de interés de intervención en un cuarto de punto dejándolo en el 1,75% anual. Los dos principales indicadores que sigue de cerca la Fed son la inflación medida por la variación del IPC y la tasa de paro. Pues bien, el crecimiento del IPC se situó en febrero en el 2,2% frente al 2,1% de enero. Una subida que estuvo motivada principalmente por la escalada de los precios de los combustibles, que registraron un alza del 7,7%. En cambio la llamada inflación subyacente, que excluye a la energía y los alimentos frescos, se mantuvo estable por tercer mes consecutivo en el 1,8% (dos décimas por debajo del objetivo). En definitiva, siguen sin apreciarse presiones inflacionistas significativas.
A esta situación de estabilidad de los precios de los bienes de consumo se ha unido la baja tasa de paro y el aumento de la contratación. En EEUU durante el mes de febrero se crearon 313.000 empleos, una cantidad que está por encima de lo que esperaban los analistas y la tasa de paro sigue muy baja en el 4,1% (mínimo desde el año 2000). Afortunadamente por ahora los salarios suben muy poco. Las ganancias por hora trabajada crecieron en febrero un 2,6% interanual frente al 2,8% anterior; cabe recordar que el dato de enero, generó un aumento de las expectativas inflacionistas en los mercados y derivó en fuertes caídas en las bolsas en febrero, por las posibles subidas de los tipos de interés.
Los precios pueden seguir subiendo por el aumento del consumo privado (la confianza del consumidor se encuentra en máximos de hace 17 años), por la rebaja fiscal introducida por Trump y los aumentos de precios que va a generar el nuevo proteccionismo comercial que intenta favorecer la producción de EEUU frente a la competencia internacional. Las políticas proteccionistas que está aplicando Trump son malas noticias para EEUU al reducir la eficiencia económica y, con ella, aumentarán los costes y los precios. Por ejemplo, las importaciones americanas desde la Unión Europea (UE) y China subirán de precio por el aumento de los aranceles. Con este escenario es probable que en el futuro se cumpla la vigente curva de Phillips, que sostiene que, a corto plazo, si el desempleo cae por debajo de su tasa natural (que está situada en el 5%), la escasez de mano de obra y de otros recursos elevará los salarios y los precios.
Conviene recordar que el crecimiento de la economía se debe basar en el incremento de la productividad y no en las políticas comerciales proteccionistas y fiscales expansivas (reducción de impuestos y aumento del gasto público) que está implementando el Gobierno de EEUU.
EUROPA SIN INFLACIÓN
En la Unión Económica y Monetaria (UEM) la situación es diferente a la de EEUU. En la UEM, la política comercial es cada vez más abierta, la política fiscal más ortodoxa (el déficit público es solo del 1% frente al 4,5% de EEUU) y la inflación desde noviembre del año pasado está cayendo situándose en febrero en el 1,2%. Sin embargo, la subyacente aunque se mantiene muy baja aumentó desde el 0,9% de noviembre del año pasado hasta el 1,1% en febrero de este año. En definitiva, todavía no se observa una subida permanente de la inflación también porque los salarios aumentan poco. De ahí que en la última reunión del Consejo de Gobierno del BCE se mantuviera sin cambios los tipos de interés en el 0%.
Sin embargo, el BCE sigue enviando señales de que irá retirando de forma gradual los estímulos expansivos y es posible que en diciembre de este año dará por finalizado el programa de compras de activos. Eso quiere decir, que a partir de 2019 su balance se empezará a reducir a medida que vayan venciendo los bonos y con ello la base monetaria. Los tipos de interés se mantendrán en los niveles actuales por un periodo de tiempo prolongado y, en todo caso, no se moverán hasta que no termine la compra de activos.
A lo largo de este año se espera que la inflación se sitúe en Europa en torno al 1,5%. Por su parte la subyacente también mostrará una suave tendencia alcista hasta situarse en el 1,3% también a finales de año. Esta debilidad de los precios no se corresponde con la fortaleza que está alcanzando la economía de la UEM y debería desaparecer a medida que siga reduciéndose la capacidad ociosa. De hecho, se estima que la UEM y a pesar del Brexit, crezca este año cerca del 3% el mejor dato en mucho tiempo; a la vez que las tasas de paro se reducen rápidamente. Así, en 2017, la tasa de paro de la UEM cayó del 9,8% al 8,7 de la población activa. En 2018, el desempleo seguirá disminuyendo hasta cerrar el año en el 7%. El paro de larga duración (es decir, el número de personas que lleva al menos doce meses en situación de desempleo expresado en porcentaje de la población activa) también sigue disminuyendo, pero se mantiene por encima del nivel anterior a la crisis.
En resumen, parece que EEUU está en la fase más madura del ciclo a la vez que aumenta ligeramente sus desequilibrios económicos (elevado déficit público y exterior, expectativas de inflación al alza y subida de los tipos de interés). A Europa, en cambio, le queda aún mucho recorrido para la expansión económica. Se encuentra, además, en el mejor de los escenarios: crecimiento económico alto, reducción de la tasa de paro, superávit en la balanza de pagos, reducido déficit público y muy bajas tensiones inflacionistas.