Cada vez hay más gente perpleja ante la ignorancia de los supuestos expertos en la Covid-19, ya que esta es nueva y actúa de modo diferente a los ya conocidas. Si se analizan las declaraciones de cada especialista a lo largo del tiempo, se comprueba que, desde enero, han ido modificando sus afirmaciones. El caso más evidente, el de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, cuyos mensajes han variado tanto que han llegado a contradecirse. Sin duda, este epidemiólogo creía lo que aseveraba en febrero, cuando desestimó con rotundidad la probabilidad de un contagio masivo.
Duele que nuestras autoridades tuvieran información abrumadora de la OMS el 30 de enero y que, sin embargo, perdieran casi mes y medio en indecisiones por motivos dudosos.
Ante la negligencia política por un lado, y el desconocimiento de la ciencia por otro, se pueden cometer dos errores: el del crédulo total del mensaje ‘mutante’ de los expertos, y el del agnóstico radical. Si para adquirir un criterio válido frente a estas incertidumbres se revisa la prensa internacional, la conclusión definitiva es que la enfermedad ha contagiado a menor proporción de gente allí donde el diagnóstico fue más precoz y las medidas se tomaron inmediatamente.
Este ranking se basa en el total de contagiados, bajo la advertencia de que esta cifra no coincide con la verdadera, como ha admitido el propio ministro de Sanidad, dado que solo se registran aquellos casos en los que el test dio positivo. Ofrece una radiografía más fiel de las dimensiones del problema la elevada correlación (0,69) entre número de pacientes hospitalizados por coronavirus en las comunidades y el aumento porcentual de fallecidos en el mes que llevamos de pandemia respecto a ese mismo período de 2019, según datos de los registros civiles de trece regiones.
Hoy, el ranking va dirigido a mostrar la posible influencia que un factor exógeno como el clima pudiera tener en la extensión de la pandemia. Si tomamos las temperaturas medias de las comunidades recogidas en sus observatorios y las enfrentamos al número de contagios en esas regiones y de hospitalizados (el dato más objetivo), obtenemos la clara correlación de que, a mayor calor, el porcentaje de infectados disminuye. De hecho, las tres comunidades con menos enfermos por cada 100.000 habitantes son las que presentan temperaturas medias más altas: Canarias (8,94 contagiados y 19 grados), Murcia (10,21 y 15,5 °C) y Andalucía (12,62 y 15,0 °C). Valencia se trata de la quinta con menos casos y la cuarta más cálida.
Estas conclusiones coinciden con los resultados de la investigación del Instituto Carlos III y la Agencia Estatal de Meteorología. Así pues, probablemente, el frenazo en seco de la expansión de la Covid-19 que la ciencia no logre vendrá de mano del sol.