Este artículo podría haberse titulado “¿ tienen las jugadoras de futbol derecho a nombrar su entrenador?”. De su conducta se desprende que haber derrocado no sólo al besucón Rubiales sino también a Vilda no les basta, quieren más, mucho más.
Leyendo que tampoco tragan a Montse Tomé, la nueva seleccionadora, la primera impresión que muchos aficionados desencantados obtienen es que son unas niñas mimadas, que el triunfo se les ha subido a la cabeza, que cabalgando la ola del beso y su disparatada equiparación con las tropelías del «MeToo» quieren ser ellas las que escojan al seleccionador, que no contar con ellas para nombrarlo es muestra de machismo y abuso.
Esta conclusión puede ser precipitada. Zarra, Xavi Hernández, Ramos, Raul, Rodri ahora, etc.. no aspiraban a tanto y las jugadoras deben saberlo. Como también han aprendido que una cosa es tener un salario digno, algo justo e impepinable, y otra pretender acercarse al de los hombres. En los deportes espectáculo la clave como decía aquel entrenador yanqui de otro deporte es “quien pone culos en las gradas”( o gente ante la televisión) y por hoy en casi todo el globo, muy claramente en España, quien lleva culos a las gradas son los encuentros de fútbol entre equipos de hombres.
Entonces tiene que haber más causas aparte de la tirria hacia la persona, Vilda que, mira por donde, las ha hecho campeonas del mundo contra todo pronóstico. Causas que explican el motín de 15 jugadoras hace un año y el plante ahora con ribetes de chantaje de 39 que se niegan a acudir a la selección aunque les pueden caer multas y penas de hasta quince años de inhabilitación. Denuncian que los hechos de los últimos días no son algo puntual, que tienen tolerancia cero ante personas de la federación “ que han tenido, incitado, escondido o aplaudido actitudes que van en contra de la dignidad de las mujeres”.
Y aquí digo yo como aficionado al que se le escaparon lagrimas cuando nuestra joven defensa izquierdo( el Señor la bendiga), marcó el gol que nos hizo campeones, ¿ qué son esas actitudes? ¿ Como se las humillaba al parecer sistemáticamente? ¿A que se refiere la jugadora Verónica Boquete cuando dice, leo en “Le Monde” que “fuera de la Copa del Mundo, cuando no hay caras ni nadie alrededor se producen otras cosas que se dejan pasar y no debería ser así?”
Me pregunto que son esas cosas y por qué no lo explican de una vez : ¿Imponía Rubiales a las jugadoras que pasearan a sus perros? ¿ Las obligaba Vilda a que hicieran gratuitamente de canguro con sus hijos? ¿Tenían que pasar desnudas del vestuario a la ducha por un pasillo lleno de directivos masculinos? ¿Saltaban retozando dentro de la ducha los directivos más sebosos para abusar de ellas amenazando con echarlas del equipo si no consentían? ¿ Abroncaba la actual seleccionadora al puñado de jugadoras que tuvieran pareja femenina? ¿ Había insinuaciones de que serían titulares las que transigieran con alguno de estos excesos ultrajantes?
El motín de hace un año y el desplante colectivo actual que pone en peligro la participación española en un campeonato importante aconseja que expliquen claramente sus motivaciones más allá de repetir que había “actitudes” o “cosas” que, nos dicen, no son de recibo. La oferta de la Federación de celebrar pronto unas elecciones para que la situación cambie debe ser respondida con algo más que con insinuados agravios no aclarados ni explicados. En todo vestuario hay tres o cuatro jugadores que desearían ver colgado a su entrenador. En este caso, hay demasiadas jugadoras interesadas en colgarlo no sólo a él sino a otra docena de personas. Demasiado para el prestigio de España y, subrayémoslo, para el futuro de las propias jugadoras y la comprensión de la afición que empieza a dar muestras de desapego. Por eso hay que explicarlo.