Nadie se cree el cómputo oficial de muertes por coronavirus. La ausencia de test hizo que muchas personas con síntomas fallecieran sin que las sometieran a la prueba diagnóstica PCR, bien en residencias de la tercera edad o en sus casas. Al ministro de Sanidad no le agradaban las cifras de defunciones que presentaban las CC.AA., por superar en mucho a las que le habrían permitido alardear de buena gestión. Por esta razón, se cambió seis veces el criterio. La última modificación fue la Orden SND/234/2020 de 15 de marzo, que regulaba la información a enviar al Ministerio. Según esta rectificación, no importa si los síntomas que describe el médico cuando fallece un paciente se corresponden con los del coronavirus, pues solo se le imputa a esa enfermedad la causa del deceso si se ha dado positivo en el test PCR. Exhibir menos muertos disimula una pésima gestión. Sin embargo, esa burda mentira no quita al Ejecutivo la responsabilidad de los difuntos añadidos que ha supuesto priorizar la ideología, en lugar de tomar medidas que protegiesen la vida.
Un modo de aproximarse a la realidad de fallecimientos provocados por la covid-19 consiste en comparar los acaecidos por cualquier causa en el período de la actual pandemia con la estimación de mortalidad esperada. Esta se obtiene a partir de la media histórica de los últimos doce años. El aumento en términos porcentuales de muertes en los días seleccionados se puede atribuir al coronavirus. El retraso en la inscripción de los registros obliga a considerar los 34 días comprendidos entre el 22 de marzo y el 25 de abril de 2020. En este período, hubo en Navarra 1.195 óbitos por todas las causas, mientras que la cantidad estimada era de 554. Este exceso de 641 decesos supone un incremento en esos días del 115,7% respecto a lo previsto.
Sin embargo, el número de fallecidos oficiales por el covid-19 en Navarra asciende a 431, lo que supone dejar de contar 210 que figuran en el Registro Civil en este periodo y que, con toda lógica, se podrían achacar al coronavirus. Entonces, la cifra de muertes por la pandemia habría que aumentarla un 48,72% respecto a la ofrecida por el Gobierno foral. Si los mismos cálculos los hacemos para toda España, resulta que el exceso de los fallecidos reales frente a los estimados es del 64,6%, y este diferencial representa un 26,3% adicional frente a la contabilidad nacional del ministro de Sanidad. Por tanto, el Gobierno de Navarra presenta unos datos mucho más distorsionados para nuestra comunidad que los que proporciona el Ministerio de Sanidad para toda España. ¿Por qué maquillan la realidad?
Otro aspecto que no habría que soslayar es la necesidad de procurar los test a todos los ciudadanos que lo demanden. La razón: se trata del único modo seguro de controlar la pandemia. Sin embargo, Sánchez quiere un estudio muy pequeño, porque teme que quede en evidencia su pésimo manejo de la crisis. Ante esto, María Chivite debiera emular la declaración del presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán: “Salvar vidas de los aragoneses está muy por delante de salvar políticamente a Pedro Sánchez”. Y contribuir a salvar vidas de navarros implica realizar más test, aunque se tenga que utilizar al prestigioso centro de investigación CIMA de la Universidad de Navarra, entidad a la que se ha acreditado para efectuar el procedimiento diagnóstico. No se entiende que no le deriven ningún paciente, ni le permitan pasar el test a los particulares, porque allí solo pueden atender a quien vaya referido por el Servicio Navarro de Salud. Si aparcáramos el sectarismo y pusiéramos por delante a la ciencia y una gestión profesional y transparente, otro virus nos cantaría.