Lamentarse de los problemas que afligen a la universidad española no resulta, ciertamente, novedoso. La sensación de insatisfacción con respecto a nuestra enseñanza superior es antigua; y quienes hemos dedicado a ella la mayor parte de nuestra vida profesional hemos tenido, en muchas ocasiones, la impresión de que nos encontrábamos ante situaciones de crisis que exigían reformas inaplazables. Hoy el tema se ha puesto, de nuevo, sobre la mesa…
