Este trabajo estudia algunas de las consecuencias del Teorema de Imposibilidad de Arrow para la Teoría Económica del Bienestar pasadas por alto por Amartya Sen, quien tanta importancia ha dado siempre en sus cursos a ese teorema.
En 1950, el joven Ken Arrow había demostrado que era imposible que en una sociedad democrática se consiguiera aplicar universal y coherentemente criterios de justicia y bienestar en las decisiones colectivas, aduciendo el argumento a contrario de que tales decisiones sociales desembocarían necesariamente en acuerdos dictatoriales: solo si un dictador imponía esos valores era posible que la sociedad consiguiera alcanzar de forma unánime la justicia y la felicidad – una fatal contradicción.
Visto este teorema de imposibilidad, deberíamos renunciar a todo intento de crear sociedades humanas colectivamente felices o de evaluar en abstracto la justicia de esta o aquella sociedad. Es ilógico hablar de ‘bien común’. El concepto de ‘justicia social’ está vacío. El obrar bien y el ser justos son virtudes personales ejercidas en marcos institucionales lentamente aprendidos o a veces intencionalmente diseñados por la humanidad a lo largo de la historia. Así han ido apareciendo en los grupos humanos instituciones, cual la propiedad privada o la separación de poderes, que nos permiten vivir en relativa armonía, pese a la imposibilidad de aplicar criterios universales deducidos filosóficamente de primeros principios, como lo hicieran Kant, Rousseau, Bentham o Rawls.