Resulta esperpéntica la escenificación de la presidenta del balance de su primer año de gobierno, con los consejeros formados como cuerpo de guardia.
El demoledor reportaje publicado en estas páginas el 24 de julio contrasta con el triunfalismo que exhibió Uxue Barkos. El único avance significativo en los últimos doce meses ha sido la adjudicación del segundo modelo de Volkswagen, éxito atribuible al callado trabajo del Ejecutivo de Yolanda Barcina y a la responsabilidad de UGT y CCOO. No se debe olvidar que los dos sindicatos de ‘tierra quemada’, ELA y LAB, ambos vinculados al cuatripartito, pusieron en peligro el logro al negarse a firmar el “Acuerdo para mejorar la competitividad” que solicitaba la compañía.
Como si de una obra de arte se tratara, Barkos escogió el Museo de Navarra para la magistral interpretación de un cuento increíble, en el que todo era óptimo y si algo no lo había sido, la culpa era del Ejecutivo anterior. Se equivocó la presidenta al transformar una comparecencia de Gobierno, cuyo lugar propio era la sala de prensa, en un autocomplaciente acto de partido desde el que hacer propaganda partidista. Este abuso de poder tuvo el agravante de utilizar un edificio público para un fin que no le es propio. Su intención era manifiesta: aumentar el impacto ante la opinión pública. Lo que no sé es por qué los contribuyentes tienen que pagar el gran panel publicitario de su exitoso “año del cambio” (¿a peor?).
El alarde de Barkos resulta insostenible porque las cifras son tozudas y demuestran que a Navarra le ha ido peor que a las regiones con una economía similar, como La Rioja y País Vasco. Esta vanagloria insulta a tantos navarros que sufren los efectos de una política contraria al empleo. Barkos subestima el talento de los ciudadanos, quienes son muy conscientes de que sus promesas son gratuitos brindis al sol. Este descontento social por tantas esperanzas frustradas es el motivo por el que Geroa Bai pasó de obtener 53.497 votos cuando tomó posesión hace un año, a 14.289 en las elecciones de junio. ¡A otro perro con ese hueso!
Quizá la mejor cualidad de Barkos, especialmente para los menos enterados, sea su técnica del postureo, mientras que su peor defecto consista en acatar que sus socios de Ejecutivo le impongan decisiones clave, como la del TAV.
Cuando se priorizan políticas públicas que no tienen en cuenta la realidad derivada de la insoslayable competitividad global, el resultado es un fracaso que sufren los más confiados.
Pondré tres ejemplos que muestran por qué Navarra ha perdido el atractivo para los inversores.
1) Ofrece el peor Impuesto al Patrimonio de España, al no estar exentos la totalidad de los bienes empresariales.
2) Ostenta el mayor tipo máximo en el IRPF del Estado, peaje extra que anima la salida de las pocas fortunas medias que quedan en Navarra (grandes no tenemos ninguna).
3) Presenta una inseguridad jurídica manifiesta, provocada por un Parlamento muy intervencionista, que legisla confusamente y con criterios sectarios.
El famoso vídeo viral de la secretaria general de Podemos, Laura Pérez hace sentir temor por el inmenso poder jurídico de sus señorías.
Sin embargo, la responsabilidad por el deterioro de la Comunidad foral no es únicamente de los políticos. Los ciudadanos también tienen culpa cuando optan por una cómoda pasividad, en lugar de atreverse a dinamizar asociaciones que trasladen sus legítimas reivindicaciones a la opinión pública, al Legislativo y al Ejecutivo.
Desde mi experiencia de 15 años dirigiendo think tanks, puedo afirmar que el mayor enemigo de una sociedad civil fuerte es el miedo a protestar ante el gobierno. ¡Así nos va!
Julio Pomés es presidente del ‘think tank’ Civismo
presidente@civismo.org