El riesgo del 27-S, añadido a una posible coalición populista-socialista en las elecciones generales, ha llevado a que el diferencial entre la prima de riesgo española y la italiana haya aumentado significativamente.
Y es que lo que más sorprende del debate es la falta de rigor económico y vender una secesión ideal y mágica.
El bono catalán tiene calificación de bono basura. Ni Standard & Poor’s ni Moody’s ni Fitch mencionan una posible mejora si fuera independiente. Dicen todo lo contrario. Sin el apoyo del Estado central se considera mayor riesgo. Amenazar con que Cataluña haría impago de sus bonos demuestra no saber qué es un evento de crédito. No reduce el riesgo en nuevas emisiones de bonos. Lo multiplica.
Merkel, Cameron u Hollande han avisado de que una Cataluña independiente no sería parte de la Unión Europea, como dicen los tratados. Pero lo más importante a la hora de financiarse, el apoyo del Banco Central Europeo, desaparecería.
Además, se falsea con las balanzas fiscales a la hora de considerar el riesgo crediticio. Porque no son un concepto «de caja». Una Cataluña independiente no contaría con ese dinero, que asume conceptos –impuestos estimados, inversiones que deberían «hacerse»– que no estarían en la caja con la secesión. Sería un estado deficitario antes de considerar el ineludible impacto negativo en la actividad económica.
El Consejo de Transición Nacional afirma que se tendrían que financiar con «bonos canjeables en impuestos», lo cual niega una escisión de bajo coste. Esos bonos serían de alto riesgo por la propia definición de su subyacente, unos ingresos por impuestos futuros desconocidos.
Las secesiones expansivas no existen. No se ha dado un solo ejemplo en la historia de la economía moderna de separaciones que no hayan supuesto una gran caída del PIB y, como mucho, una recuperación en V a medio plazo, pero la mayoría eran países ricos en materias primas que han sufrido grandes devaluaciones y enormes recortes.
La Unión Europea avanza hacia la unificación, no a separar. El modelo de financiación autonómica debe cambiar para evitar que las comunidades que reciben y las que aportan siempre sean las mismas. Multiplicar burocracias no es independencia, es esclavitud.