Hay que reconocer que el cuatripartito merece la Matrícula de Honor en una asignatura: el marketing. Primero echan la culpa de lo que lo que está mal a los anteriores, ocultando que son ellos los responsables porque UPN estaba en minoría parlamentaria. Luego nos maquillan una reforma fiscal confiscatoria. Parecía que sólo los muy ricos tendrían que pagar un poco más a la Hacienda foral y que el esfuerzo fiscal a la clase media apenas aumentaría. La tragedia vino pocos meses después, cuando la mayoría de las familias y especialmente las que tienen hijos, fueron saqueadas.
El problema del engañoso marketing del Gobierno es que los electores defraudados tienen memoria. Sin embargo, su cambio de voto en la próxima convocatoria no resolverá la situación. Los efectos de las actuales políticas económicas van a sentirse bastantes años porque la huida de empresas y contribuyentes va a continuar. No se trata sólo del Impuesto al Patrimonio a quienes posean bienes empresariales, es también la inseguridad jurídica. Ninguna compañía se radica donde se improvisan tantas reformas fiscales.
Sin ir más lejos, estos días el cuatripartito ha anunciado nuevas medidas para aumentar la recaudación del Impuesto de Sociedades. No se entiende como un tributo que lo acaban de reformar hace unos meses, lo vuelven a enmendar. Lo peor no es la salida de empresas, sino que no vendrán otras nuevas a instalarse. Hoy Navarra ha perdido el atractivo que le hizo prosperar antaño y que ahora ya lo ofrecen otras regiones. Recuerden que según el INE en 2016 el balance neto de entradas y salidas de empresas de Navarra fue el peor de todas las CCAA en términos relativos. Así, se marcharon 1,65 empresas por cada 1.000 activas, 3,6 veces más que la siguiente, Cataluña.
Hace un mes, Barkos hizo un balance en el ecuador de la legislatura que parecía la apoteosis del triunfo total. Sin embargo, por mucho que nos beneficie el ‘efecto arrastre’ de la bonanza de España, Navarra ha empeorado en muchos de sus ratios, si estos se comparan con los de las regiones con las que hace tres años revalidaba por el liderazgo. Sí, es cierto que es la subcampeona nacional en la cobertura de la renta básica, pero este mérito acarrea el ‘efecto llamada’. También es verdad que ha aumentado un 25% el presupuesto en Derechos Sociales, pero hay demasiado fraude en los beneficiados, muchos de ellos jóvenes que, aunque podrían trabajar, prefieren vivir de unas subvenciones que, en parte, han salido del expolio fiscal a las familias.
Quizá el cuatripartito crea que es un logro social convertir a Navarra en la región que más ha subido los tributos a las clases medias y medias baja; también que es la región con más trabajadores públicos, pero no es así. Estas acciones son ruinosas, pues provocan la fuga de los creadores de riqueza.
Si del primer año de Barkos dije en estas páginas que era “un año de postureo”, el nuevo balance, aunque presente una cosmética suprema, implica que el Ejecutivo ha consolidado una espiral de gasto público que será difícil detener. Por otra parte, la presión del resto de Comunidades para que cesen los supuestos privilegios forales no favorece que Navarra siga gozando de una sobrefinanciación, aunque, como Rioja y Cantabria, la necesite por su reducida y diseminada población. El ministerio de Hacienda ya se ha cobrado los 21 millones de la quita que unilateralmente hizo Navarra de su aportación al Estado, porque el Convenio hay que cumplirlo. Navarra camina, sin saberlo, hacia su integración en el País Vasco, porque, autónoma, no será económicamente sostenible.