Hace unos días el secretario de Organización del PSN, Ramón Alzórriz, daba a Javier Esparza una “matrícula de honor en alta traición”, agravio que completaba con reprochar a Navarra Suma que “no es de fiar, han traicionado todo lo que han dicho y han hecho”. El motivo de estos insultos era el ofrecimiento de Esparza a que su coalición apoyase la investidura de Sánchez, para evitar que el nacionalismo gobernase en Navarra. ¿No es una traición más vil la del PSN, cuando pone a Bildu en la Mesa del Parlamento? Sorprende que el secretario general del PSOE esté implorando a Pablo Casado y a Albert Rivera que cometan esa misma supuesta traición, para poder mantenerse en La Moncloa. El problema es que el rigor de la semántica no le importa ni al Sr. Alzórriz ni a la Sra. Chivite, porque un mismo hecho tiene el significado de traición si lo hacen los adversarios y es lealtad a la nación si lo hacen los míos.
Hablado de traiciones, la más imperdonable que puede vivir nuestra tierra es la de una líder, presuntamente defensora de que permanezcamos como comunidad autónoma diferenciada, que va a permitir que la euskadización de Navarra continúe cuatro años más. Consentir las políticas sectarias puede llevar a que nuestra tierra acabe formando parte del País Vasco. Esta obsesión anexionista la comparten ciegamente PNV y Bildu, aunque las maneras para obtener el botín navarro de ambas formaciones tengan estilos diferentes. Es un grave error considerar al PNV como un nacionalismo amable con el que se puede pactar y a Bildu como intratable. ¡Entérense de una vez! En lo que de verdad importa a Navarra, ambos partidos tienen la misma irrefrenable obstinación: incorporar Navarra en Euskadi.
La Sra. Chivite nos prometerá que el nacionalismo no avanzará en Navarra durante su mandato, pero se equivoca. Aunque formalmente Bildu no esté en el Gobierno, participará en las decisiones del Ejecutivo mediante contubernios fuera de las instituciones, sin que trascienda nada. Otro factor clave es la superioridad estratégica del nacionalismo. El equipo humano del PSN para defender la Constitución y la personalidad de Navarra, por muy voluntarioso que sea, no alcanza el nivel requerido para imponerse a la estrategia de Bildu y PNV. Tengan en cuenta que ambas formaciones serán apoyadas por los estrategas de sus partidos en el País Vasco, mientras que el PSN no podrá ser auxiliado por un Ferraz, que estará ocupado en la política nacional. La prueba de la capacidad de negociación de los soberanistas es lo barato que han comprado Navarra: les ha bastado comprometerse a investir a Sánchez.
Que el PSOE tenga cuidado. El PNV traicionará a Sánchez, tal como lo hizo con el concesivo Rajoy, cuando le convenga. Eso sí, nada es gratis. Cada favor que un partido nacional en el poder solicite al PNV, supondrá que el Estado central deberá pasar antes por taquilla y aumentar, todavía más, la sobrefinanciación del País Vasco.
Sra. Chivite, no se preste a ser “Presidenta Reina Madre”. De verdad que no le compensa ser un figura decorativa, sin capacidad real de gobernar, al estar mediatizada por los nacionalistas. El peaje que va a pagar es sentirse una marioneta en las manos de quienes le van a chantajear con sutil maestría. Por último, no traicione a la mayoría de los que le han votado. Recuerde que éstos prefieren asegurar la estabilidad de Navarra y que no desean someterse al sectarismo de que seguirán imponiendo Bildu y Geroa Bai. El daño que provocará un Gobierno foral que no combata el nacionalismo será irreparable. También valore que la mayoría de los navarros castigarán su complicidad con quienes no creen en Navarra.