Hay políticos que cuando llegan al poder tratan a los ciudadanos como si fueran súbditos. Condición servil que, según parece, les legitima para incumplir las promesas hechas cuando se pidió el voto. Estos traficantes sin escrúpulos son capaces de traicionar a quienes les han elegido, por puro interés personal o partidista. Ante unas elecciones que se presentan cruciales, tanto para Navarra como para España, nuestros dirigentes debieran dejar claros sus compromisos antes de que depositemos la papeleta. La cuestión esencial pasa por asegurar un futuro de pacífica convivencia, en el que nos sintamos libres y el bienestar esté salvaguardado. El nacionalismo pone en peligro ese deseo compartido por la inmensa mayoría de ciudadanos, ya sea catalán, vasco, balear, valenciano, etc. Lamentablemente, las ideologías disgregadoras provocan una desgracia mayor: el enfrentamiento entre quienes, hasta hace tan sólo unas décadas, vivían en una apacible armonía.
A los electores nos asiste el derecho a saber con quién no pactará el partido que hemos escogido tras la apertura de las urnas. Nuestro voto no es un cheque en blanco, sino que responde a las promesas que nos han hecho los candidatos en la campaña, ofertas que hemos valorado para decantarnos por una opción u otra. Resulta típico de los políticos sin principios la formulación de críticas implacables durante la campaña contra los partidos competidores, con el fin único de aparentar fuertes diferencias y cosechar así más votos. Esta estratagema tiene una segunda parte: tras los resultados electorales, consuman un pacto con aquellos a los que presentaban como enemigos irreconciliables. Esta treta supone un fraude inadmisible para sus votantes, pero éstos ya no cuentan hasta dentro de cuatro años.
Lo peor es que esta trampa la repetirán sin empacho. Si ustedes consultan la hemeroteca, verán que los componentes del cuatripartito se proclamaban como adversarios declarados en la campaña anterior, lo cual no les impidió unirse luego para llegar al Gobierno. Esto prueba que el poder les importaba demasiado, y muy poco la coherencia con sus supuesto principios y, mucho menos, el cumplimiento de sus compromiso electorales.
Por esta razón, es tan importante que exijamos antes de la fecha de los comicios que los partidos acrediten ante notario qué van a hacer con los escaños que consigan Hay que desconfiar de aquellos políticos que no se muestren explícitos, previamente a que les demos el voto, respecto a la decisión de la que más dependerá que sigamos viviendo en paz. Tras el acceso a la Generalitat de unos exaltados independentistas, la calidad de la convivencia se ha deteriorado en Cataluña y la crispación ha echado raíces. Estos intolerantes no sólo están hundiendo la economía de su comunidad, sino enfrentando también a los ciudadanos. Incluso, utilizan como medio la violencia para imponer sus consignas de exclusión contra quienes, además de sentirse catalanes, se consideran españoles.
Así como Albert Ribera ha dejado claro que Ciudadanos no pactará con el PSOE, el doctor Sánchez se ha negado a anunciar con quién no negociará su partido tras las elecciones, lo que delata que lo hará con los independentistas. Aquí en Navarra, María Chivite debiera realizar una declaración pública en la que se comprometiera a no llegar a acuerdos con los nacionalistas.
Muchos nos tememos que la sucursal foral del PSOE obedezca lo que le manden en Ferraz. De momento, según lo que ha afirmado Santos Cerdán, secretario de Organización del PSN y de Coordinación Territorial del PSOE, el PSN está trabajando para liderar un Gobierno que incluiría a Geroa Bai. Este contubernio no nos saldrá gratis a los navarros, pues la convivencia y la economía sufrirán un grave deterioro, tal como ha ocurrido en Cataluña. ¿Nos dejaremos engañar de nuevo? ¡Estamos todavía a tiempo de evitarlo!