Los recientes sondeos de opinión en diversas naciones, Gran Bretaña, Israel… han resultado un chasco. Había generalmente, también en las elecciones legislativas de Estados Unidos, bastante más voto conservador que el detectado en las encuestas. Los últimos pronósticos españoles en municipales y autonómicas tampoco fueron certeros.
En Estados Unidos, donde las encuestas tienen considerable credibilidad, la consulta demoscópica es constante y sobre abundantes temas. Esta semana hay una sorpresa. Por primera vez, Hillary Clinton podría ser derrotada en más de un estado por tres o cuatro, Bush, Rubio, Walker.., de los numerosos candidatos republicanos (15 hasta ahora) que han manifestado su decisión de presentarse a la carrera presidencial. En Iowa, Colorado y Virginia, la señora Clinton sería hoy rebasada por alguno de ellos. Es una novedad.
La política demócrata es una paradoja como apunta la aguda columnista Maureen Dowd; resulta, para muchos, inconcebible que pueda ser elegida y simultáneamente parece inevitable. Lo negativo de Clinton es producto de la cascada de asuntos relativamente vidriosos en los que parece estar envuelta, su uso indebido de las comunicaciones cuando era Secretaria de estado, la aceptación de donaciones a la Fundación de su marido por gobiernos con los que ella tenía que tratar oficialmente, entre las que ha aparecido hasta la FIFA del ínclito Blatter…y también de la perceptible desconfianza que siente hacia los periodistas a los que al parecer detesta.
Los estadounidenses piensan mayoritariamente (52% contra 39) que la señora Clinton no es digna de confianza y, sin embargo, debido quizás a que tiene un nivel de conocimiento casi del cien por cien de la población y al apoyo claro de diversas minorías, hispanos, negros, es hoy aún levemente favorita. El voto femenino sigue jugando a su favor.
Otro giro curioso lo da la percepción del acuerdo nuclear con Irán. Apreciado en el momento posterior a la firma como mostraba una encuesta del Washington Post otra muy reciente de la reputada firma Quinnipiac indica que los estadounidenses ya ven con desconfianza el acuerdo con Teherán. A 48% no les gusta y 37% lo aceptan. Esto tendrá una lectura política para los miembros del congreso que deben aprobarlo lo que puede crear un quebradero de cabeza a Obama. Con la maquinaria mediática en la que Israel tiene influencia decantándose abiertamente en contra del acuerdo la postura negativa del americano medio no dejará de crecer. Los opositores tienen algo en lo que apoyarse, 73% de los encuestados no confían en los ayatolas. Creen que a las primeras de cambio tratarán de burlar las inspecciones y seguirán con la búsqueda del arma nuclear.
Concluyamos con la imagen del Papa Francisco. Continúa siendo buena, 59% aprueban su actuación y doctrina. Ha bajado, con todo, de la que poseía en febrero del 2014. Entonces, un descomunal 76% de los estadounidenses lo aprobaban. Parece que la franja de la población que se identifica con tesis conservadoras, franja importante en Estados Unidos, comienza a desertar. No les encanta los pronunciamientos del pontífice sobre la «idolatría del dinero», el cambio climático y su insistencia en la cuestión de la insufrible desigualdad. Será curioso ver si Francisco, cuando visite Estados Unidos, toca el tema del conocido tratamiento de los indios en el pasado de aquella nación tal como ha hecho en su desplazamiento a la América hispana.