En un documento que está a mitad de camino entre una oferta de negociación política y un programa electoral, el Gobierno de Sánchez ha lanzado a la sociedad española nada más y nada menos que 370 propuestas que, en su opinión, van a arreglar los principales problemas que hoy aquejan a nuestra sociedad y nos abren el camino hacia la prosperidad, la justicia y la felicidad. No voy a entrar en el contenido de estas medidas que, en no pocas ocasiones, adolecen de vaguedad o de falta de realismo y, en muchos casos, de llevarse a la práctica, supondrían un golpe muy duro para la economía española. Voy a fijarme solamente en su número. Porque, ¿no les parece a ustedes que 370 medidas son muchas medidas?
Uno de los temas que con más frecuencia han analizado algunos de los economistas más relevantes del último siglo es la razón por la que los Gobiernos se empeñan en adoptar políticas económicas intervencionistas que, muy a menudo, fracasan o incluso consiguen objetivos contrarios a los buscados por el ministerio de turno. Y sus explicaciones no siempre han sido coincidentes. Desde la teoría de la elección pública se insiste en el manejo partidista de la política económica por parte de unos Gobiernos cuyo objetivo principal es conquistar el poder o mantenerse en él a cualquier precio. Por ello, si piensan que una determinada medida les da votos, la aplicarán al margen de que realmente sirva o no para algo.
Ronald Coase, en cambio, defendía la idea de que el problema radica en que los Gobiernos, en vez de centrarse en lo que pueden y deben hacer, expanden su acción a demasiados campos y, generalmente, fracasan en su empeño. A lo que Friedrich Hayek añadiría su idea de que los políticos sufren del síndrome de la “fatal arrogancia” y piensan que pueden hacer cosas para las que no tienen ni capacidad de conocimientos… aun en el caso de que actúen de buena fe.
No es difícil darse cuenta de que estas teorías son compatibles entre sí y se complementan a la hora de explicar tantos y tantos errores de política económica. Las infinitas propuestas del Gobierno de Sánchez son un buen ejemplo de ello.