Se pregunta Esperanza Aguirre con desparpajo, hablando de la jueza Carmena, candidata de la coalición de Podemos, lo que ocurriría si su marido hubiera procedido como el de la jueza, es decir que “le hubiera donado su patrimonio, vivienda, una finca y un tercio de su despacho mientras dejaba de pagar a sus trabajadores (obligados, al parecer, a pasar por autónomos) por lo que fue condenado por lo juzgado de lo social”. Añade la candidata del PP que “no se hablaría de otra cosa. La noticia abriría todos los telediarios y yo sería linchada en la plaza pública”.
Le doy toda la razón en esto último a la Aguirre. Hinchada o no la denuncia de la conducta del marido de la jueza, si el condenado fuera el cónyuge de Doña Esperanza ella, por menos, estaría siendo arrastrada en el lodo y la atención mediática condenatoria hacia el asunto sería muchísimo mayor.
La jueza contraataca afirmando que todo esto obedece a que los candidatos del PP se han puesto nerviosos al ver que los sondeos daban un avance de Podemos. Puede que haya algo de cierto, hay gente de este partido que afirma que se trata de una campaña para desprestigiar a la magistrada.
Con todo, está claro algo que los miembros de Podemos parecen olvidar, que en las campañas electorales se airea cualquier cosa que pueda dañar al adversario, el propio Pablo Iglesias ha llamado a Aguirre algo así como la condesa de sangre azul, “corrupta o rodeada de corruptos”, y la jueza, descartada la acusación de alzamiento de bienes, podría aclarar si es cierto que su marido contrataba arquitectos y los forzaba a inscribirse como autónomos, si dejó de pagarles durante meses y si fue condenado por ello por sentencia firme por un juez.
Recuerda de lejos en cierta medida el caso de otra simpatizante de Podemos, la señora Tania Sánchez. Se reveló que había votado en una reunión consistorial en la que se adjudicaba un concurso a su propio hermano; el líder de Podemos y ella misma clamaron inmediatamente que sus enemigos habían montado una campaña , dado que ellos eran pareja sentimental, estrictamente para erosionar la imagen de él.
Es posible que así fuera, pero, una vez más escamoteaban el hecho central vital para mí como votante: ¿era cierto el asunto? ¿Era de recibo que aspirara a la Comunidad de Madrid una joven concejal, aunque no fuera novia de Iglesias, que había participado en la reunión en que se adjudicaba una bonita subvención a su hermano?.
He manifestado con insistencia que en el pasado reciente muchos españoles hemos puesto a la firma de nuestro cónyuge más de un documento sin que nuestra pareja supiera con exactitud lo que estaba firmando. En consecuencia era prematuro alegar que la Infanta conocía con toda certeza las andanzas de Urdangarín. Podía conocerlas o no.
Ahora tenemos el caso de la magistrada. No cuestiono para nada su moralidad, un buen amigo me habla de su integridad. Ahora bien, ¿es concebible que la Infanta supiera TODO lo que hacía Undangarín y una competente magistrada de lo laboral, aunque no este imputada absolutamente de nada, ignorase que su marido contrataba de forma poco ortodoxa, no pagaba a sus arquitectos, era condenado judicialmente por ello y, según Libertad digital, había preferido cancelar una deuda con Bankia antes que ponerse en orden con sus desvalidos empleados?
Se que no es delito ni falta el saberlo pero no se puede alegar ignorancia. Y entonces, concluyo, ¿ que harían los socios de la magistrada, sus correligionarios electorales, ante un caso así de un miembro del PP o incluso del PSOE? ¿No desenfundarían rápidamente y harían fuego a granel sobre el interfecto o interfecta diciendo que una vez más nuestra casta política está podrida, que hay que cambiarla etc…? Seguro que sí. Los políticos tienen siempre dos varas de medir y en esto la gente de Podemos ha aprendido pronto y muy aventajadamente de la casta.