De acuerdo con los datos que publica Eurostat, la economía española es la segunda economía más perjudicada de Europa en materia de desempleo. Un problema que solventar para la sostenibilidad económica del país.
La situación en España con el empleo comienza a preocupar a muchos españoles. De acuerdo con los datos que nos deja 2019, la ralentización que ha vivido la economía ha provocado un mayor deterioro en la creación de empleo. El continuo foco de incertidumbres que sucumbía al escenario político, ha acabo sacudiendo al escenario económico. De acuerdo con los datos, el enfriamiento en la creación de empleo ha sido bastante notable, por lo que, ante los niveles de desempleo que presenta el país, debemos mostrar, como poco, cautela.
Esta semana publicaba Eurostat los datos en materia de empleo de la Zona Euro, así como la Unión Europea. De acuerdo con estos datos, podemos observar como la creación de empleo en la Eurozona ha tenido un comportamiento bastante bueno, con cifras que sitúan la tasa media de desempleo de la Zona Euro en niveles del 7,5%, unos niveles que no veía la economía europea desde julio de 2008; de acuerdo con la oficina de estadística europea. Un dato bastante positivo para la economía europea, que moderaba el dinamismo de su economía con reajustes a la baja para el próximo año.
También, de forma simultánea, se hacían públicos los datos de empleo del conjunto de la Unión Europea, teniendo en cuenta los veintiocho estados miembros. De acuerdo con Eurostat, la tasa media de desempleo para el conjunto de los países se ha situado en niveles del 6,3%. Unos niveles que no solo representan un buen resultado en materia de empleo, sino que, además, son los mejores datos desde la creación de la serie histórica. Para hacernos una idea, unos niveles de desempleo que se sitúan en mínimos del año 2000.
Si observamos países como Alemania, por ejemplo, podemos observar como, pese a su escaso crecimiento, debido a la fuerte caída que ha experimentado el sector exterior, así como el fuerte impacto negativo de esto en el producto interior bruto (PIB) germano, hemos podido observar como, dentro de los parámetros de pleno empleo, el desempleo en Alemania ha descendido, aún más, en los últimos dos años. Unos niveles de desempleo que, de acuerdo con los datos que muestra la EPA en Alemania, ha pasado de unos niveles del 3,7% en 2017, a niveles del 3,1% en 2019; siempre dentro del pleno empleo del que hablábamos.
En contraposición, España, ha sido uno de los países más castigados por la oficina de estadística comunitaria. De acuerdo con Eurostat, España es uno de los países más perjudicados en materia de empleo. Siendo superados únicamente por Grecia, España se encuentra en la segunda posición como el país con mayor nivel de desempleo de toda la Unión Europea. Niveles de desempleo que nos sitúa en niveles del 14,1%, muy por encima de la media comunitaria, así como también de la media de la zona de moneda única.
Pese a haber cosechado ritmos de crecimiento notablemente superiores al resto de homólogos de la Unión Europea, España no ha sido capaz de reducir sus altísimos niveles de desempleo. Unos niveles de desempleo que, de acuerdo con la serie histórica, nos sitúan en mínimos de 2013. Es decir, España, junto al enfriamiento de su economía, está creando empleo de forma excesivamente gradual, no pudiendo reducir su tasa de desempleo por debajo de los niveles del 14%. Algo que, si contemplamos este ritmo de crecimiento en el largo plazo, nos llevaría a 2036 como el horizonte donde, con este ritmo de creación de puestos de trabajo, alcanzaríamos los niveles pre crisis, niveles de 2007.
Esto comienza a ser un problema de gran calado, puesto que, pese ha haber crecido, como he dicho, a ritmos superiores que otros países, no hemos sido capaces de utilizar el ciclo expansivo que ha vivido la economía en los últimos años, desde 2013, para reducir vulnerabilidades que posee la economía española, entre las que se encuentra el empleo. Unas vulnerabilidades que, en un escenario donde los crecimientos continúan moderándose, empiezan a preocupar por el posible mayor deterior de la economía, así como los posibles shocks o impactos de las políticas aplicadas por el nuevo gobierno.
Unas políticas que, si atendemos a la historia, acabarían con la flexibilidad del mercado laboral, derogando la misma reforma laboral que no solo evitó la destrucción de cerca de un millón de empleos en el país, sino que también nos salvó de una tasa media de paro del 17%, la misma que teníamos en el rango histórico comprendido entre 1980 y 2008, con la ley laboral anterior a la reforma. Una reforma impulsada por Europa y que nacía con la intención de rebajar los niveles de crecimiento exigidos para la creación de empleo en el país. Una reforma que nos llevó a un empleo más temporal y precario, pero que consiguió acabar con la masiva destrucción que propició la crisis.
Ahora, como vemos, el programa que propone la coalición de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos contempla unas medidas bastante polémicas. Medidas que van desde la reducción de la jornada laboral -con unos niveles de productividad estancados ya casi 30 años-, hasta el incremento del SMI -superando el 60% de referencia en el Índice de Kaitz en determinadas CCAA-. También derogando la reforma laboral, devolviendo la rigidez al mercado laboral y acabando con el pilar fundamental de este, la flexibilidad para la contratación. Medidas que, aunque sea pronto para prever su resultado, añaden riesgos a una economía muy perjudicada.