En los últimos diez años, la población española apenas ha aumentado un 5% mientras el gasto público aumentaba un 40% hasta los 470.000 millones de euros. Nuestra deuda pública alcanza el 100% del PIB y el déficit sigue sin control. Esto es insostenible. Sin embargo, los tres principales partidos apenas hablan de ello. De menor a mayor. Tras devanarse los sesos, Ciudadanos califica de “fuerte esfuerzo” reducir el gasto público en un… 1%, es decir, lo que se gasta el Estado en cuatro días.
En el sector privado, individuos, familias y empresas no llamamos “hacer un fuerte esfuerzo” a reducir los gastos en un 1%. Eso demuestra que Ciudadanos, igual que los partidos tradicionales, no tiene ni idea (ni ganas) de reducir el gasto público. Su programa fiscal quiere recaudar más: propone que paguemos un poco menos de IRPF (un 3%), pero a partir de ahí todo son aumentos. Quiere aumentar el tipo efectivo del Impuesto de Sociedades para lograr “una mayor recaudación en el impuesto” y no quiere bajar el IVA, sino subirlo en un futuro: “bajar la recaudación por IVA no nos parece razonable”, y hay que ir a “una subida de IVA” a cambio, supuestamente, de una reducción de las cotizaciones sociales. También quieren introducir “una fiscalidad más progresiva sobre los hidrocarburos” (o sea, encarecer la gasolina), y “armonizar” los Impuestos de Sucesiones y Patrimonio. Podría armonizarse extendiendo a toda España la bonificación del 99% de ambos impuestos que tiene Madrid, pero no: quieren que madrileños que ahora no pagan, paguen. Y eso que Madrid recauda por Sucesiones y Donaciones (con el 99% de bonificación) más que Cataluña (que mantiene sus tipos confiscatorios sin bonificación alguna).
Extraño y obsesivo resulta la importancia que el programa fiscal de Ciudadanos da a las Sicav, un tema que rezuma ideología y demagogia. Ciudadanos no quiere europeizar y democratizar las Sicav haciéndolas accesibles a mucha más gente como hace Francia, donde sólo hacen falta 2 inversores (frente a los 100 de España) y 300.000 euros de capital mínimo (frente a los 2,4 millones de euros de España), sino que prefiere cambiar la ley para perseguir “a los ricos” (otra obsesión), y le da igual que España sufra una deslocalización masiva de sociedades hacia países de la UE más serios donde las Sicav no son demonizadas sino bienvenidas. Pero para saber de esto tendrían que saber algo de derecho comparado y entender la libre circulación de capitales. Como veremos, PP y PSOE no le van a la zaga.
Por último, Ciudadanos ve fraude por todas partes: precisamente ahora que la Agencia Tributaria obtendrá la segunda mayor recaudación de su historia (tras el año 2007 en pleno pico de la burbuja) y habiéndose recuperado sólo la mitad del PIB sobre el inicio de la crisis, quiere contratar 25.000 funcionarios de Hacienda más para transformar la Agencia Tributaria en una nueva KGB con la promesa de unas estimaciones de recaudación adicional que son una verdadera carta a los Reyes Magos.
El PSOE ya ha manifestado que bajar impuestos en la próxima legislatura no es una prioridad, ni tampoco reducir el gasto público; eso sí, al menos afirman que se necesita rebajar el déficit para cumplir con los compromisos con la UE (¡menos mal!) y proponen que “sólo” sea del 1% “al final de la legislatura” (o sea, nunca). Para ello, el PSOE propone “desplazar el peso de la carga tributaria hacia la riqueza y el uso de los recursos naturales finitos” (¿perdón?). Su programa es muy similar al de Ciudadanos en el aumento de funcionarios de Hacienda aunque (“sólo” 5.000), en el linchamiento paleto de las Sicav, en sacarse de la chistera una cifra de recaudación adicional por reducción de fraude, aunque sea la mitad de la cifra “estimada” por Ciudadanos, en “armonizar” Patrimonio y Sucesiones y Donaciones y en aumentar el tipo efectivo de Sociedades. Para Ciudadanos y para el PSOE “armonizar” significa siempre subir impuestos, equiparar al alza, nunca a la baja. Difieren en que el PSOE no defiende el copago, como sí ha hecho Ciudadanos, pero quiere crear siete impuestos nuevos, incluyendo un demagógico impuesto sobre la riqueza que recaudaría mucho menos, por ejemplo, que los casi 2.000 millones de euros anuales que nos ahorraríamos si cerraran las 14 televisiones públicas deficitarias que hay en España. Pero claro, esas televisiones son una herramienta bajo el control político para “manejar” a la población, y eso hay que mantenerlo, es un gasto muy necesario (para ellos).
Por último, el PP parece que propone con cierta vaguedad y pocos números, muy en su estilo, una bajada de impuestos, y su candidato hace esfuerzos ímprobos para decirlo siempre que se le presenta la ocasión. Es la misma promesa que ya hizo en las pasadas elecciones, pero la incumplió sin rubor: ¿por qué creerle ahora? Además, los datos respecto al control del déficit y el aumento de la deuda pública estos cuatros años son irrefutables, y no a su favor. Y, por si esto no fuera poco, y para evidenciar que su proyecto pasa cada vez más por hacerse indistinguible de la izquierda, proponen también unirse al linchamiento paleto de las Sicav, en lugar de liberalizarlas y abrirlas a los ciudadanos en consonancia con Europa.
En definitiva, estamos ante evidentes y lamentables ataques impositivos al ahorro nacional, que ya ha pagado muchos impuestos y que no debería someterse a una doble o triple tributación.