El vascuence, un debate pendiente e inevitable
13 de marzo de 2019

Iñaki Iriarte, profesor de la UPV y unos de los diputados más brillantes que ha tenido UPN, pronunció el lunes una interesantísima conferencia en Pamplona durante el ciclo de charlas organizadas por el think tank Civismo bajo el epígrafe “Navarra en libertad”. En su calidad de hablante y amante no nacionalista del vascuence, Iriarte propuso un debate abierto y prioritario sobre esta lengua. Un debate que no tenga como finalidad el enfrentamiento o la desaparición de esta lengua, ni su imposición, sino el entendimiento y la convivencia.

La situación histórica del vascuence

Para marcar el contexto histórico de la lengua vasca, Iriarte explicó que Navarra nunca ha sido uniforme y que nunca se ha hablando el vascuence en toda Navarra. Que es un error que el español es un idioma impuesto o que el retroceso del vascuence es producto de una invasión castellana. Es un hecho bastante incuestionable que, de hecho, ni siquiera está claro que en la antigüedad todos los vascones hablaran vasco o que todos los que hablaban vasco fueran vascones. En su línea habitual, Iriarte utilizó una cita literal de un reputado lingüista nacionalista como Koldo Michelena para refrendar sus afirmaciones:

“En el periodo del que tenemos noticia, en los últimos 2000 años, y antes de esos 2000 años no hay forma de saber cómo eran las cosas, si consideramos la totalidad del territorio de Vasconia esa región no ha sido nunca total y enteramente vascohablante. Y cuando decimos en público que la Ribera de Navarra, Cascante por ejemplo, perdió el euskera y ahora tenemos que reuskaldunizarla, no estamos diciendo la verdad. Por lo que sabemos del tiempo del que tenemos alguna noticia, en Cascante no se ha hablado euskera, esta es la verdad, la pura y simple verdad”.

Iriarte recordó, por ejemplo, que los líderes de la famosa resistencia en el Castillo de Maya, o Amaiur, tan mitificados por el nacionalismo, cuando intercambian correspondencia privada entre ellos y el abad de Urdax, con el que estaban compinchados, escriben en español, la supuesta lengua del invasor, la que supuestamente no se utilizaba entre navarros hasta después y por causa de la invasión.

El exdiputado también recordó que en el Fuero de Estella de 1090 se prohibía el asentamiento de navarros, y lo mismo sucedía en Pamplona, Sangüesa o Puente, porque navarros no eran los habitantes de navarra, sino sólo la parte de navarros que eran vascoparlantes, de ahí que la famosa expresión lingua navarrorum referida al vascuence no signifique que era la lengua de todos los navarros, sino la lengua de los vascoparlantes.

Iriarte señaló inmediatamente que esto no significa en absoluto que el vascuence no sea de aquí, que sea ajeno a la cultura navarra o que no resulte igual de artificial pretender la existencia o la imposición de una uniformidad en sentido contrario. La tesis de Iriarte es que Navarra ha sido plurilingüe desde tiempos inmemoriales, que ha tenido siempre varias lenguas propias, también el romance aragonés, que es autóctono, y que el vascuence sin duda es una de ellas, pero ni siquiera es una lengua que se haya hablado tampoco en el pasado en toda Navarra. 

Iriarte indicó no obstante que, pese al innegable interés de discutir todas estas cuestiones, “no hay solución arqueológica al problema lingüístico”, y que la solución al debate no puede ser intentar regresar al siglo tercero. En este sentido, porque Navarra no es uniforme y nunca lo ha sido, defendió que la zonificación es realista y refleja esa realidad. De hecho, cuando normativizó la zonificación real que existía, lejos de un afán persecutorio Iriarte sostuvo que se fue bastante generoso con la extensión de las zonas de influencia real del vascuence, ya que por ejemplo Alsasua, con un 80% de castellanoparlantes en el momento, es declarada zona vascófona, o en Roncal, con un 2,5% de vascoparlantes, se decidió incluirlo en la zona mixta.

La situación actual del vascuence

Iriarte analizó la situación actual del vascuence desgranando algunos datos que sin duda dan lugar a la reflexión, algunos bien conocidos, otros no. Así, por ejemplo, que según la Encuesta Sociolingüística de 2016 sólo un 13% de la población navarra habla bien vascuence, un 10% lo habla con dificultad y un 77% no lo habla. Desde 1980 los vascoparlantes han aumentado 3 puntos porcentuales, pero curiosamente no han crecido en la zona vascófona sino en la mixta.

El 72% de los vascoparlantes en la zona mixta admite hablar mejor español que vascuence. En la zona vascófona, el 80% de los vascoparlantes admite hablar mejor el español. Sólo un 8,4% en la zona mixta y un 2,7% en la zona no vascófona afirman dominar mejor el vascuence que el español.

Iñaki Iriarte se refirió también a un aspecto de la cuestión que suele pasar bastante inadvertido, como es la problemática del vascuence escrito, ya que los problemas de muchas personas con el vascuence se multiplican a la hora de leerlo o escribirlo y sin embargo la relación con la lengua no es sólo hablarla.

En este sentido, sólo el 5% de los vascoparlanetes lee mejor en euskera que en español y, de acuerdo a los datos de la Fundación Elkar publicados recientemente sobre los hábitos de lectura en la CAV y Navarra, sólo el 22% de los euskaldunes leen en euskera habitualmente, no por la represión de nadie sino porque el 42% de los euskaldunes encuestados reconoce su dificultad para entender textos en vascuence.

A partir de estos datos Iriarte cuestionó incluso que la oficialidad del vascuence sirviera para aumentar su uso, poniendo como ejemplo que en Bilbao, tras décadas de oficialidad y una población escolar totalmente euskaldunizada, el uso actual del vascuence es menor que en Pamplona.

El vascuence como mística nacionalista

En unos tiempos de cambio y crisis existencial, viniendo de una tierra como la vasca profundamente tradicional, Iriarte planteó que el nacionalismo crea una mística del euskera que se convierte casi en una religión, o por lo menos un referente existencial que da sentido a la vida y los esfuerzos de muchas personas. Si, por otro lado, el vascuence es lo que caracteriza a los vascos, un vasco que no habla euskera es anormal, y por tanto el vasco hay que normalizarlo, o sea imponerlo, lo que da lugar a buena parte de la tensión actual.

Iriarte propuso como colofón intentar fomentar el uso del vascuence sobre todo a quienes lo conocen y no imponerlo a quienes lo ignoran, tomando como referencia modelos como el que por ejemplo se dan en el Tirol italiano. Allí hay un 60% de la población que habla italiano, un 35% que habla alemán y un 5% que habla ladino. En virtud de su estatuto de autonomía, los ciudadanos declaran libremente su identidad lingüística y su relación con la administración es en su lengua y ese censo sirve además para cuantificar la oferta de servicios, etc.

Iriarte concluyó en cualquier caso que existe un debate pendiente sobre el vascuence, el cual no puede tener como objeto imponerlo ni eliminarlo, y que por el contrario hay que asumir la pluralidad y diversidad lingüística con sensatez y proporcionalidad, buscando la concordia y la convivencia, asumiendo que no hay navarros defectuosos o anormales ni por hablar vascuence ni por no hablarlo.

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