Un nuevo estudio del lnstitute of Economic Affairs (http://goo.gl/WhNkK8) desmonta el mito del milagro escandinavo basado en una fiscalidad elevada y en un mayor gasto social. El informe argumenta que el éxito económico y social de los países nórdicos se debe en realidad a las políticas de libre mercado y las normas culturales preexistentes.
De hecho, los aspectos más atractivos de las sociedades escandinavas –los bajos niveles de desigualdad social y las elevadas tasas de crecimiento económico– se desarrollaron antes de que se incrementara el poder del Estado. Hasta 1960, la recaudación representaba el 25% del PIB, similar al resto de los países desarrollados. Entre 1870 y 1936, antes de la propagación del Estado del bienestar, Suecia atesoraba la mayor tasa de crecimiento económico del mundo industrializado. Sin embargo, en el periodo 1975-1995 pasó de ser el cuarto país más rico del mundo al decimotercero. Además, entre 1950 y 1990 la creación neta de puestos de trabajo en el sector privado fue nula, a pesar de que la población aumentó en dos millones. Es más, en 2008 la desigualdad en Suecia era superior a la existente en Reino Unido, Estados Unidos o Canadá.
Ética social. Por último, el mayor gasto social y las subidas de impuestos han retrasado el progreso económico y han erosionado la ética del trabajo duro. Si en 1984 el 82% de los suecos consideraba que no se aprovecharía de los beneficios sociales sin necesitarlos, en 2014 sólo el 55% seguía manteniendo esta posición.
Los valores de una sociedad son claves para el desarrollo económico, pero el Estado del bienestar puede quebrarlos, destruyendo la prosperidad económica.