Los demagogos más peligrosos son aquellos que pervierten nuestra forma de pensar mediante un lenguaje manipulador. Existen depredadores de las ideas ajenas, capaces de elaborar frases tan irresistibles,que persuaden a quien noesté en guardia con una actitud
crítica. Navarra, ante el combate electoral del 24 de mayo, es unimpresionante ring de bofetadas dialécticas entre los muchos partidos que pelean para ganar el voto. No en vano, la Comunidad foral ostenta el extraño récord de ser la región políticamente más compleja de España. Lo peor es que las armas que se utilizan son más propias de una lucha salvaje , donde casi todo vale para desprestigiar al contrincante.
Un ejemplo es ridiculizar, en plena campaña electoral, a quien señala los peligros para el porvenir de nuestra tierra que encierran las propuestas de algunospartidos políticos. Los déspotas del lenguaje, esos que aprueban qué es ‘políticamente correcto’, han sentenciado como enemigo social al candidato que se atreva a advertir, con cifras tozudas, la imposibilidad económica de la promesa del rival. Quienes otorgan las patentes de lo que es ‘admisible’ descalifican a sus adversarios con esta acusación: están sembrando miedo para ganar votos.
Los ciudadanos no somos tan inmaduros como para no detectar cuando una amenaza es inconsistente. El populista quiere gobernar a ciudadanos clónicos Lo que de verdad da miedo son esos demagogos que utilizan el marketing emocional para provocar el remplazo de la razón por el sentimentalismo. Estos transgresores de ideales perennes no dudan en pervertir el uso del medio más poderoso para conquistar voluntades: la televisión. Gracias a la seductora ‘caja tonta’ adoctrinan sin complejos mediante imágenes, eslóganes de diseño y una interpretación en el plató digna de un óscar. Se trata de transformar a quien tenga criterio propio en un sumiso militante. A continuación, dejándose lo que haga falta del programa electoral por el camino, alcanzarán el poder absoluto, porque gobernarán a un pueblo de individuos clónicos. Estos embaucadores profesionales han conseguido que muchos navarros se sientan ridículos si tienen en cuenta al votar el riesgo económico que encierran algunos partidos. Sin embargo, este temor no sólo es legítimo, sino además inteligente. Nos hace reflexionar para decidir mejor en aquello que más nos importa: nuestro futuro personal, el de nuestras familias y el de la sociedad en la que vivimos. Aunque sea una verdad dura de asumir, recomiendo que deposite más su confianza en el líder que le pida sacrificios y, por el contrario, que se la retire a quien le prometa paraísos de bienestar, por supuesto gratis, porque los pagarán otros (los ricos).
Los clichés y las etiquetas pueden pervertir el voto en todo el mundo libre, gravar con impuestos excesivos conduce siempre a una pérdida de recaudación. Cuando a uno le expolian, como no está encadenado, se escapa a otra región o país donde le respeten el fruto de su esfuerzo. Lo malo es que no sólo huyen las inversiones, sino lo que es más ruinoso: el capital intelectual. No hay que tener miedo a quienes exponen motivos objetivos de los peligros que encierran algunos programas. Lo razonable no es taparnos los oídos y colgarle el sambenito de alarmista, sino estimar si sus argumentos son válidos y votar en consecuencia.
Otra cautela para que no nos manipulen es admitir que los conceptos ‘derecha’ e ‘izquierda’, ‘conservador’ y ‘progresista’, han perdido su significado. ¿Hay algo más conservador que el PSOE andaluz? ¿No es cierto que Aznar cuando fue capaz de meter a España
en el euro fue un auténtico progresista? Cuando decida su voto, renuncie a las etiquetas y clichés extendidos, pues esas obsoletas categorías han caducado y le pueden engañar.
El bienestar sostenible de una región exige cuatro condiciones: estabilidad política, seguridad jurídica, un sistema económico eficiente y una fiscalidad incentivadora de la actividad productiva. La indignación de tantos ciudadanos no debe traducirse
en un voto que les castigue a sí mismos.