Los desajustes temporales entre la evolución de los ciclos económicos y el calendario de los procesos políticos son considerados por los economistas un problema serio para la estabilidad presupuestaria. La razón es que ni la política anticíclica que la coyuntura exige en cada momento ni la política de equilibrio a largo plazo de las cuentas públicas coinciden a menudo con los intereses de quienes están en el Gobierno.
Dado que el objetivo primario de estos es mantenerse en el poder, su estrategia suele consistir en incrementar el gasto y ofrecer a sus potenciales votantes todo tipo de ventajas en el período inmediatamente anterior a unas elecciones. Y les preocupa poco que la economía del país, la región o el municipio necesite algo muy distinto o que su decisión obligue a aplicar nuevas medidas de saneamiento con posterioridad.
Un ejemplo claro de esta forma de hacer política lo encontramos en los datos del gasto público realizado por el anterior equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid. Hace apenas unos días los contribuyentes de la ciudad hemos sido informados de que la señora Carmena disparó el gasto justo antes de las elecciones municipales con inversiones adicionales que alcanzaron los 100 millones de euros, además de concluir una serie de acuerdos en materia de personal cuyo coste se estima en unos 90 millones adicionales… Y dejo a un lado el faraónico proyecto municipal (afortunadamente no ejecutado) de construir en Madrid la estatua de Buda más grande del mundo (una noticia que merecería, seguramente, un comentario aparte).
El resultado es que el incumplimiento de la regla de gasto superó en el primer trimestre los 400 millones de euros, por lo que parece altamente probable que el plan económico financiero del municipio tenga que volver a quedar bajo la supervisión de Hacienda. Y todo esto constituye un auténtico problema para cuantos vivimos en esta ciudad, ya que las inversiones electoralistas de la señora alcaldesa las vamos a pagar nosotros. Ella pensará que bastante desgracia ha tenido con perder el cargo que tanto le gustaba. Pero los que deberemos sacar más dinero del bolsillo seremos los vecinos de la villa.