En los últimos meses, concretamente desde el mes de diciembre, la posibilidad de un acuerdo definitivo entre Estados Unidos y China en materia comercial es cada vez más real. De hecho, en los últimos días han firmado la paz comercial EEUU y China, aunque sólo en una primera fase que no implica aún el fin de los aranceles.
La disputa comercial que hasta ahora mantenían las dos principales economías del mundo podría acabar durante este año. Un gran acuerdo, muy beneficioso para el comercio, pero más aún beneficioso para una economía que, como podemos observar, precisa de un relajamiento en las tensiones comerciales ante el mayor deterioro que ha experimentado la desaceleración económica.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía mundial se encuentra inmersa en lo que desde el organismo denominan una “desaceleración sincronizada”. Una definición que hace alusión al impacto producido por la desaceleración en casi la totalidad de economías que integran el mundo -concretamente el 90% de las mismas-.
Entre los focos de incertidumbre, la guerra comercial ha sido uno de los principales escollos para el crecimiento, así como para el desarrollo de los países. El comercio global, de acuerdo con los datos que presenta el Banco Mundial, representa cerca del 60% del PIB mundial -30% en el caso de exportación de bienes y servicios-. En otras palabras, el comercio representa más de la mitad de la economía mundial en estos momentos, por lo que la anomalía que presentan los mercados, en un entorno donde el proteccionismo estaba experimentando un verdadero auge, ha provocado severas caídas en el sector exterior.
Caídas que, como podemos observar, han provocado verdaderos quebraderos de cabezas para diversas economías en el planeta. En el caso de Alemania, por ejemplo, el 80% de su economía está supeditado al sector exterior. Para hacernos una idea, la economía alemana posee el 40% de su PIB supeditado a las exportaciones, por lo que, ante la caída que ha vivido el mismo, su economía ha acabado ralentizándose a niveles mínimos. Algo similar a lo que ha ocurrido con China, donde las exportaciones representan cerca del 20% de su PIB. La gran apuesta del país asiático por el comercio, en un escenario en el que su primer comprador es Estados Unidos, ha provocado que, ante esa anomalía, muy presente en los mercados, la economía haya crecido por debajo de las previsiones.
Sin embargo, en los últimos días, esa posibilidad de que China y Estados Unidos alcancen finalmente un acuerdo es bastante viable. De acuerdo con la Casa Blanca, Estados Unidos ha sacado a China del listado de países “manipuladores de divisa”. Un listado en el que Estados Unidos incluye una relación de países que utilizan la devaluación monetaria para generar una ventaja competitiva en los mercados internacionales. Una práctica que está calificada como desleal por los principales organismos, y que llevó a China a que tuviese que ser investigada por el FMI.
China, con el fin de aumentar las exportaciones, siempre ha utilizado la estrategia de la devaluación monetaria, que consiste en devaluar la moneda para rebajar el valor de las exportaciones frente a la de otras potencias. Un plan que, mejorando la competitividad por precio, ayuda a que más países compren al gigante asiático.
Además, en muchas ocasiones, pese a las medidas paliativas que ha implantado Estados Unidos -como las tasas arancelarias para compensar el precio de los productos de origen asiático-, la devaluación ejercida por China ha sido mayor que los aranceles aplicados al país asiático, por lo que, pese a las cargas arancelarias, el producto chino seguía gozando de esa ventaja competitiva que le aportaba la devaluación. Esta práctica, aunque no se haya hablado mucho sobre ello, ha sido uno de los principales escollos para el país norteamericano, pues Trump acusaba a China de manipular el mercado, aprovechándose de que Estados Unidos no podía competir de esa forma.
Sacar a China de este listado es un gran hito para las negociaciones que mantenían ambos países, pues en agosto de este mismo año la moneda china estaba en niveles mínimos de 2008. Pese a que aún quedan puntos por tratar -como puede ser la propiedad intelectual, entre otros-, ambos países podrían estar muy cerca de lograr dicho acuerdo, pues el guiño, esta vez de Estados Unidos, es bastante clarividente.
Estamos, como decimos, ante la posibilidad real de que Estados Unidos y China cierren su acuerdo, devolviendo así la normalidad a unos mercados que, de acuerdo con las previsiones realizadas por la Organización Mundial del Comercio (WTO, por sus siglas en inglés), distaban mucho de los resultados que arrojaba el comercio global en años anteriores. Una pérdida de dinamismo que no experimentaba el comercio desde hace más de diez años, justificada fundamentalmente por una guerra comercial que no dejaba de acechar a los mercados. Con este gesto, la tregua comercial podría estar cada vez más cerca, un suceso que, de darse, beneficiará, sin lugar a dudas, a la economía global.