EL paso de Sánchez por Navarra confirma su habilidad para quedar bien, sin comprometerse a nada. El sarcasmo de que hace gala el inquilino de La Moncloa en sus discursos es un despliegue de seducción adoctrinadora. De un lado, el presidente tiene detrás un equipo de propaganda que sabe dar verosimilitud a un relato, sin que importe que no responda a la realidad. De otro lado, el aplomo y la convicción, que muestra Sánchez cuando habla, lo hace muy persuasivo, siendo capaz de que auténticas milongas parezcan verdades absolutas. Incluso logra engatusar cuando niega la evidencia, como en el plagio de su tesis. Además, sus improvisados cambios de criterio, aunque entren en flagrantes incoherencias, dañan poco su imagen. ¡Es todo un genio del postureo!
En su mitin en Pamplona, ha soltado un discurso nacional, idéntico al que suelta en todos los sitios, lo que contradice que en su única cita a Navarra se jacte de su apuesta por la diversidad y estar en contra de la uniformidad. Lo que los electores hubiéramos agradecido es conocer su criterio sobre los problemas específicos que tiene Navarra. Pero no, era mejor seguir el guion aprendido, que seguro que sale mejor al haber sido pronunciado muchas veces.
Lo que no está muy claro es si la visita de Sánchez realmente promueve el voto socialista, pues los ciudadanos no tenemos la amnesia colectiva que supuestamente nos atribuye el presidente. Nadie podrá olvidar nunca que se apoyó en los independentistas catalanes para vencer en la moción de censura. Este contubernio le quitó credibilidad, porque el presidente de la nación no puede pactar con quienes quieren romperla. Otro hecho irrefutable que le delata como ‘Zapatero-2’ es que sus decisiones económicas han sido contestadas por los mejores referentes del área: Banco de España, Comisión Europea, Agencia Independiente de Responsabilidad Fiscal, etc. La protesta es unánime: no se puede gastar lo que no se tiene, porque nuestra deuda está en unos límites peligrosos y Bruselas no nos va permitir el déficit que van a suponer tantas medidas electoralistas, para las que es imposible obtener los correspondientes ingresos.
¿Prorrogará este gran vendedor de espejismos su estancia en La Moncloa? El fraccionamiento del centro-derecha convertirá al PSOE en el partido más votado, porque la descomposición de Podemos le va a dar más votos que los que pierda por los muchos decepcionados. En las provincias con poca población, ser el partido más votado puede tener la prima de un escaño, lo que implica que PSOE+Podemos tendría más diputados que PP + Cs + Vox. En esa situación los nacionalismos serán decisivos para dictaminar quien accede a la Moncloa. ¿Alguien tiene duda que, si lo necesita, el PSOE volverá a pactar con los nacionalistas? El hecho de que Sánchez no haya querido pronunciarse confirma este pésimo presagio. ¡Tranquilos! Utilizará los recursos del Estado para convencer a medio país que es necesario para luchar contras las injusticias sociales.
La soterrada revuelta de varios barones socialistas contra Sánchez, porque temen que la inconsistencia de éste perjudique su reelección, debiera valorarla María Chivite. Que el PSN haya afirmado que puede pactar con Geroa Bai porque es un partido progresista es mala noticia. A este respecto, sorprende que UPN, PP y Cs hayan superado sus rencillas partidistas y formen una coalición para las elecciones. Quienes hasta hace unos meses eran rivales, ahora han tenido la generosidad de reconocer que lo que comparten es mucho más que lo que les separa. ¡Ojalá que los electores que estén escarmentados de esta legislatura nacionalista actúen en consecuencia!