A lo largo del debate y votación de investidura, todos hemos podido comprobar finalmente qué se ha estado pactando estas últimas semanas entre los partidos de izquierdas y los nacionalistas y separatistas. Ya conocíamos sobradamente quiénes habían alcanzado acuerdos con este PSOE irreconocible involucionado en el Partido Sanchista. Lo de obrero ya no vale, pues éstos votan a Vox, y lo de español mejor ni mentarlo, pues resulta ya una ironía hiriente. También éramos conscientes del cuándo; del contexto en el que un gobierno de estas características estaría entrando en juego. Esto es, en un país desgarrado por el separatismo y con toda la intención de aplicar una batería de políticas económicas que coquetean con la recesión ante el panorama de recesión económica global.
Lo que no acababa de ser claro para muchos era el calado de las propuestas de la tribu populista y separatista con la que el PSOE se ha metido felizmente en la cama. Sin embargo, de los discursos pronunciados por varios de sus señorías, con especial mención a los antisistema de la CUP o a los portavoces de Bildu, se desprende una realidad incontrovertible. Quienes nos gobiernan tienen toda la intención de dinamitar el régimen instaurado por la Constitución de 1978 a través de ir dando carta de naturaleza a una realidad que también están creando a través de dinamitar las instituciones del Estado y maniatar su legitimidad para imponer el orden y la ley. Así, es misión del centro derecha presentar un frente unido ante los disparates de nuestros ya gobernantes pues conviene recordar que, aunque imperfecto el régimen ahora tambaleante ha traído el mayor periodo de concordia, convivencia, prosperidad y libertad de la historia de nuestro país.
Ante la afirmación de que nos encontramos ante un verdadero cambio de régimen se alzan muchas voces que, genuinas o interesadas, la tildan de alarmismo. Sin embargo, también es preciso apuntar que los regímenes rara vez cambian de la noche a la mañana o por un solo detonante. Muy al contrario, suelen producirse a lo largo de un proceso; proceso que, en el caso de España, lleva en marcha ya un tiempo. La investidura de Pedro Sánchez es meramente un hito en la consecución de un fin que dibujará una España diferente a la de hoy.