El duro invierno no nos hace sufrir a todos igual, porque hay muchas personas que deben restringir el uso de la calefacción, al carecer de renta suficiente para encenderla a placer. Este infortunio no solo ocurre en los países en vías de desarrollo, sino también en la autocomplaciente Europa. Aguantar el frío por falta de recursos es una desgracia que resulta trágica para las familias y especialmente para aquellas cuyas viviendas albergan niños y ancianos.
Analizaremos la calidad de los hogares de los países de Europa, excluyendo aquellos que han tenido una intervención bélica o económica que distorsione su situación, como Chipre y Grecia. Tomamos dos variables: (1) el hacinamiento en los hogares, por disponer de un espacio muy reducido para el número de sus moradores, y (2) la incapacidad para costear la calefacción del hogar.
El hacinamiento en los hogares es un indicador muy significativo para valorar el bienestar, porque favorece el contagio de enfermedades, deteriora la convivencia y obstaculiza la higiene; también perjudica el teletrabajo, una modalidad laboral que ha venido para quedarse, al menos parcialmente. Encabeza la tabla Rumania con un 45,8% de hogares hacinados; le siguen Letonia (42,2%) y Bulgaria (41,1%). Un confinamiento domiciliario en estos tres países, en los que además se realizase teletrabajo, debe de ser insoportable. Los países con menor hacinamiento fueron Irlanda (3,2%), Malta (3,7%), Países Bajos (4,8%) y España (5,9%). La media de la UE-27 fue del 15,6%.
La segunda variable, el porcentaje de hogares con dificultad para costear su calefacción, presenta las peores cifras en Bulgaria (30,1%), Lituania (26,7%) y Portugal (18,9%). Sorprende que Italia (11,1%) ocupe el cuarto lugar, pero no podemos olvidar que el país transalpino integra también regiones interiores muy pobres. Los hogares con menos dificultad para calentarse son los de la opulenta Suiza (0,3%), seguida por Noruega (1,0%), un país pródigo en ayudas a quien lo necesite, al ser muy rico su Estado gracias al petróleo y la pesca en sus 2.650 kilómetros de costa. La media dela UE-27 es de 6,9%, lo que sitúa a España (7,5%) un poco por encima.
Europa no es tan rica como nos creemos, sino desigual, pues hay países ricos y otros indigentes, en parte por una barrera histórica que todavía mantiene sus secuelas: el telón de acero. Las naciones que proceden de la economía planificada soviética son, de media, mucho más pobres que las que siempre han tenido mercados libres. El legado comunista explica las acusadas diferencias en las dos variables tratadas.
Así, los exsoviéticos presentan de media un 9,61% de hogares con problemas para calentarse, mientras que los que siempre estuvieron al otro lado del Telón de Acero presentan un promedio del 6,8%. Los excomunistas alcanzan una media del 29,4% de hogares con hacinamiento serio, mientras que las naciones libres tan solo tienen un 9,19% de promedio. Esta diferencia es impresionante, pues la primera cifra supera 3,2 veces a la segunda. Resulta incomprensible que la economía planificada por un Estado que controla los medios de producción tenga hoy defensores en España. El deterioro que provoca el comunismo bolivariano en el bienestar de los más vulnerables debiera sensibilizar sus conciencias.