El Banco de España publicó esta semana información relevante sobre la evolución del sector exterior español durante el primer semestre de 2017. Durante este periodo, el saldo por cuenta corriente arrojó un saldo positivo de 3.600 millones de euros. De mantenerse esta tendencia, 2017 sería el quinto año consecutivo con superávit exterior. ¿Cuáles son las causas de este buen comportamiento del saldo de la cuenta corriente? Principalmente, el rápido aumento de las exportaciones de bienes y servicios. En el primer semestre, crecieron un 8,3% con respecto al mismo periodo del año pasado. Este incremento superó con mucho al del comercio mundial, por lo que España continúa ampliando su cuota de participación en los mercados internacionales de bienes y servicios.
IMPORTANCIA DEL TURISMO
Dentro de las exportaciones por servicios, los ingresos por turismo alcanzaron los 25.400 millones de euros, lo que supone un aumento del 12% con respecto al primer semestre de 2016. Si esta información la ampliamos con la del mes de julio sobre llegada de viajeros, España recibió, en los siete primeros meses del año, 47 millones de turistas, un 11,3% más que en el mismo periodo del año pasado, lo que confirma el buen momento que vive el turismo exterior. No está de más recordar que este sector (tanto el interior como el exterior) es un motor muy importante de la economía española, no sólo por su peso en el PIB (+12%), sino también por su capacidad de generar empleo y contribuir muy positivamente al equilibrio de la balanza de pagos.
Esta mejora en las exportaciones españolas refleja un aumento de la competitividad de nuestra economía y de su nivel de apertura. Nuestras ventas al exterior han pasado de representar el 23% de nuestro PIB en 2009 al 34% en el primer semestre de 2017 (considerando que el PIB del primer semestre fue de 567.057 millones de euros y las exportaciones de bienes y servicios, de 193.300 millones). Esto significa que, en los ocho últimos años, las exportaciones españolas han ganado once puntos de participación en el PIB.
Sin embargo hay que estar atentos, porque la apreciación del euro (ha pasado de 1,05 dólares/euro en enero de este año a 1,20 esta semana) supone una pérdida de competitividad de las exportaciones que realizamos a países terceros. La buena noticia es que esta revalorización del euro queda en parte compensada por el despegue que está experimentando el crecimiento económico mundial y, con ello, el de nuestras exportaciones.
Esta semana, hemos conocido que la economía de Estados Unidos creció un 3% anual en el segundo trimestre de 2017, cuatro décimas más que el cálculo anterior, y la agencia Moody’s ha elevado su previsión para la zona del euro al 2,1% para 2017.
Conviene señalar que Europa crece más, y los mercados demandan más su moneda, porque países como Francia están aplicando reformas estructurales: mejorar el funcionamiento de los mercados de productos y servicios, liberalizar el laboral, redimensionar el sector público para reducir el gasto corriente innecesario y aumentar, en cambio, la inversión pública y privada que anime el crecimiento económico y el empleo. Unas reformas que tienen, a corto plazo, un elevado coste político; como consecuencia, le están pasando factura al presidente Macron en términos de fuertes caídas en los niveles de popularidad.
En España empezamos a recorrer este camino antes que ellos. Y como consecuencia de las mencionadas reformas estructurales, ha mejorado la productividad y competitividad, y las exportaciones de bienes y servicios crecen rápidamente. Poco a poco se ha ido recuperando la inversión y el empleo. Este aumento de la ocupación incrementa a su vez la masa salarial y, consecuentemente, la demanda de consumo.
PERSPECTIVAS DE FUTURO
A ello se une que el superávit exterior está favoreciendo la distensión en los mercados de deuda. También porque los mercados están percibiendo que el déficit de las Administraciones Públicas sigue cayendo. Por lo que, si queremos que esta situación se mantenga, o incluso mejore todavía más, es necesario que el Congreso de los Diputados legisle medidas fiscales y estructurales que permitan más avances en la reducción del déficit público. Medidas que infundan confianza en los ciudadanos y en las empresas. Mayor confianza que se traducirá en un mayor optimismo que permitirá aumentar el consumo, la inversión y como consecuencia el empleo. Políticas que consigan que la economía continúe por la senda de la recuperación. Una prueba de este optimismo y del aumento de la confianza es que, según el Banco de España, en el conjunto del primer semestre del año, las inversiones de los extranjeros en España se elevaron a 39.621 millones frente a los 13.183 millones de 2016.
En resumen, desde hace cinco años, se está yendo por el buen camino. Se está reforzando ese círculo virtuoso de altos niveles de confianza, buenos resultados económicos y aumentos en el bienestar de la población. Por ejemplo, el elevado crecimiento del PIB que se ha producido en los últimos años ha venido de la mano del aumento en la compra de viviendas.
Los datos publicados esta semana de balanza de pagos van en esa dirección de mejora económica y de la competitividad. Efectivamente, las empresas siguen aumentando sus exportaciones y también la inversión en bienes de equipo. Es una señal de que están mejorando las expectativas empresariales y de que en el futuro el crecimiento económico seguirá a buen ritmo.